jueves, 15 de enero de 2009

Famiglia cent'anni!!


Desde la trilogía del Padrino, pasando por los almanaques de Espigas y Azucenas, nuestro concepto de la familia ha sido (y es) bastante tópico.

Prescindiendo de los evidentes condicionamientos biológicos (salvados hoy día por los poco evidentes avances biotecnológicos), el concepto de familia actual se ha transformado tan radicalmente, que ya casi no merece la pena molestarse en intentar una definición que englobe todas las acepciones. Quizás estos sea una ventaja, dado que, en principio, su impronta principal es el amor entre seres humanos a los que une un vínculo de parentesco. Así lo había sido siempre cuando en una misma casa vivían primos, tíos, sobrinos, nietos...aquella familia extensa que estudiamos en los libros de historia.

Hoy día, las personas reclaman su status jurídico, o su modo de vida, y quieren que la relación fruto del amor (que no del capricho) y a la que quieren agregar algún miembro más, se le reconozca como familia. Hasta aquí, probablemente todos estaríamos de acuerdo.

Hace ya tiempo, me llamó muchísimo la atención el florilegio de clasificaciones familiares que había en un libro de texto para escolares. Lo primero que pensé es ¿lo van a entender? y lo segundo, "no creo que se molesten en leerlo". Pero me llamó la atención la cantidad de términos que respondían a la obsesión por abarcar todos los supuestos.

No menos me llamó la atención el debate que se formó sobre si el matrimonio gay era o no matrimonio. Tenía muy claro por qué unos y otros querían que se reconociese como tal...o no.

Como siempre, los humanos nos enzarzamos en la batallla dialéctica de la exclusión. Como siempre, la cuestión de fondo daba paso a la cuestión política...y como siempre, la división.

Así, algo tan bonito como el amor entre las personas, nuevamente degeneraba en disputa.

Lejos de los debates que aparecían, y que siguen apareciendo. Lejos de retomar el anticlericalismo sempiterno, o la homofobia persistente a la que muchos han desterrado por decreto...y de manera hipócrita. Lejos de dar paso al odio...recordemos al Nazareno: sin Amor no soy nada; si no tengo caridad, nada tengo.


No podemos excluir algo tan bonito y tan sagrado como el amor porque muchos no quieran llamarlo matrimonio o porque algún gobierno autonómico cambie la definición de matrimonio. El amor, la familia, no entiende de leyes, de decretos, de reglamentos, de diccionarios...ni de sexos.

¿Ingenuo? Muchíiiiiiiiiiiiiiiiiiiiisimo!!!!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

"¿Por qué querrán los padres a sus hijos? ¿Por qué me quiere este tío?"... Frases finales del film "Este chico es un demonio"...
El amor, la familia... ¡qué grandes misterios!

Anónimo dijo...

Manolo. Qué razon tienes!!! Por eso admiro tanto a los padres que adoptan (sobre todo al de la peli que citas)! Gracias y un abrazo!