jueves, 22 de septiembre de 2011

Qué bello es vivir! (incluso para los otros)






Uno de los muchos tópicos que oímos sobre el budismo es "muerto el perro se acabó la rabia", a propósito de su premisa de eliminar el deseo para eliminar así el sufrimiento.

La verdad, no sé hasta qué punto es verdad...o si es posible. Para mí es imposible...e incompatible con el cristianismo, la ética cristiana o como quieran llamarlo.



No es menos cierto que convivir con el sufrimiento nos lleva a varios caminos, ignorarlo, reconocerlo e ignorarlo...o vivir con él tomándolo como parte de la vida.



Siempre que recibo noticias como "una niña que tenemos en tal curso está a la espera de un trasplante"..."fulanito o menganito tiene un padre alcohólico"...un largo etcétera... Siempre, digo, me estremezco. Qué difícil es olvidar la imagen medieval (o bergmaniana, como quieran) de la muerte jugando al ajedrez con nosotros. Fatalista! me llamarán. Tal vez tengan razón, pero ¿no es más inteligente dar, de vez en cuando, gracias por no sufrir tanto como muchos de nuestros semejantes? Es muy difícil mantener la perspectiva en este mundo de marketing constante, de belleza multimedia y muerte. ¿Fatalismo? Hagan zapping por la prensa y echen un vistazo al Tercer Mundo (¿o vamos ya por el cuarto?)

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Apadrina un profesor!!


Por si no teníamos bastante con Hugo Chávez y sus soflamas populistas. Por si no teníamos bastante con José Bono y su catolicismo perroflautico (según las circunstancias). Llegan ahora las varonas del partido popular (Espe y Ana) haciéndose eco de uno de los comentarios de barra de bar más escuchados en los tiempos que corren (antes los profesores eran una autoridad más o menos reconocida socialmente, sin necesidad de hacerlo por decreto): el horario de los maestricos. Porque para el pueblo llano o para los demagogos (según interese el argmento), el profesor funcionario es eso, un funcionario...luego no trabaja. En cuanto a lo de maestro, el término se usa para crear el argumento falaz de "no, no, si yo respeto a los maestro, a los de verdad" (¿y cuáles son?); o por el contrario, sean maestros (los que estudian en la cuna de la moderna enseñanza, las facultades de magisterio), sean profesores, es decir, una licenciatura de cinco años (que probablemente les ha tocado en una tómbola) y una oposición (que han aprobado por enchufe), todos son maestricos, denominación bajo la cual se encuentra aquel ser (¿humano?) que trabaja un par de horas al dia, y tiene casi cuatro meses de vacaciones (hace dos años, eran dos, el año pasado oí que eran tres meses, luego ahora es lógico que vayamos por cuantro).

Luego están las cuestiones de ¿en qué emplean su tiempo si no es en dar clase? Sin entrar en disquisiciones peyorativas sobre la inteligencia humana, llevo más de diez años oyendo a padres y aficinados a la pedagogía que dirigen programas de tertulia (esos que van cambiando de opinión según cambia el gobierno) decir que los profesores han de motivar a los alumnos, que eso de memorizar las cosas, eso de llegar y llenar la pizarra de datos es antipedagógico...

Ok, tomamos nota. Preparamos clases, material, le damos treinta vueltas al libro, etc, etc, etc. Pero no lo hacemos ni en el centro de enseñanza ni en casa... sino en una cuarta dimensión. Es decir, aplicamos la teoría de la relatividad y viajamos (plegamos) en el espacio-tiempo para poder seguir tocándonos las narices (eufemismo de otr@ cos@ según proceda) todo el día preparando el viaje de vacaciones, ese de dos meses por el Báltico.

Lo que fue para nota es el comentario del contertulio de turno, ese exponente de la sociedad española del tonto ilustrado (SESTIL) que dice que con llegar a clase y decir cuáles son las cordilleras europeas con el mapa, ya está. ¡Oh maravilla! no teníamos bastante con los adalides de la enseñanza-aprendizaje constructivista, sino que ahora llegan estos senequillas a recordarnos aquellos maestros de palmeta a los que tanto nos asemejaban hace poco padres disrruptivos de alumnos idem (donde pone disrruptivo léase gilipollas, en definitiva y para entendernos).

Bueno, pues esta es la primera de las entradas que dedico a esa especie de vago del siglo XXI (antes de las elecciones) que es el profesor funcionario. He hecho un paréntesis en mi trabajo (llevo desde las ocho rellenando papeles) porque me he sentido un poco bipolar al verme trabajando y pensando en todo lo que tengo que hacer esta mañana antes de que llegue el quince de septiembre y tenga que empezar a no seguir trabajando. Un poco bipolar ante esas declaraciones de políticos y políticas populistas que están creciendo según los vientos y que nos están convirtiendo en una especie de repúblicas bananeras federadas. De ahí mi lema: apadrina un profesor!!. Al menos cuando nos corran a gorrazos, nos quiten el sueldo por gandules y nos emplumen en la plaza pública, tengamos un padrino privado.

No quiero cerrar esta especie de desahogo sin dar las gracias a esas movilizaciones nada politizadas de Madrid, Galicia y Baleares (¡andá, si son todas del PP!) organizadas por los sindicatos de ¿izquierda?, que han hecho un poquito más político el debate de la enseñanza. Gracias a todos por prestar atención a problemas que no lo son mientras nuestra enseñanza se hunde un poquito más.