jueves, 16 de julio de 2009

Playa Mix-Playa Trash



Me entero de que la Generalitat valenciana ha puesto unos metros de distancia obligatorios entre la orilla y la sombrilla (¿será por el pareado?).

Aquí en Andalucía andamos a vueltas con los chiringuitos de playa (que no fiscales), y en las playas de Cataluña regalan ceniceros para las colillas de los cigarros. Espero que no patenten la idea, pues si va p'alante lo del boicot a los productos catalanes, lo vamos a tener chungo.

P'alante iba un padre con su hijo y sendas bicicletas el otro día en un cercanías -contaba mi amigo Chiriveque-, y ante las dudas del hijo de cómo seguir, su padre le encasquetó uno de esos consejos paternos que salen en las series tipo Cinco Hermanos o Con ocho basta (con musiquilla de fondo): "tira p'alante, y si le das a alguien, que se joda!"

Bueno, yo venía a hablarles de las colillas de los cigarros (no de los fumadores). Y es que cuando uno va a la playa estos días, nota que va pisando unas esponjitas que no son marinas, precisamente. Son colillas de cigarrillos!!! El episodio más llamativo tuvo lugar anteayer. Una señora disfrutaba de una vista del mar bastante bonita...y limpia, hasta que consumió su cigarrillo (negro), miró para abajo, y sin dudarlo, tiró la colilla al agua. Yo preferí no decirle nada, porque estoy de vacaciones, y bastante tengo a lo largo del año con mis alumnos...y sus padres (¡y madres!), pero se lo dije a mi mujer y, además de no decirle nada, me llamó la atención sobre un par de parejas que estaban pescando a nuestro lado (sí, sí, con anzuelo). Casualmente vivían de okupas, en unas casetas para veraneo de militares que llevaban ya tiempo sin habitar. Luego, cuando los desalojen saldrán en televisión llorando y todo eso...pero bueno, lo dejaremos...

Siempre he pensado, y ahora me reafirmo aún más, que el ecologista más efectivo es el que no sólo no tira nada al suelo, sino que intenta quitar la basura que tenga a su alrededor: un papelito, una bolsa de patatas que traiga el viento porque alguien la ha tirado, etc, etc, etc. Pero lo de las colillas ya es demasiado. ¿Cuántas colillas pueden enterrarse a lo largo de un día si un tercio de las personas que va a la playa se fuma un par de cigarrillos?

Dando un pequeño salto. Para mí, esto es lo de siempre. A la administración le sale más barato quitar cuatro (o cuatrocientos chiringuitos) que educar a su población. Más barato que poner un municipal y un socorrista en cada playa, y sacar de la orejita a la manada de desaprensivos que perpetran estas visitas a la playa. Así, hasta que sacan una disposición que mide la distancia de la sombrilla, porque ya había tortas en la Malvarrosa. Y entonces, la guinda, sale el político y dice: es que la educación ha de partir de la base, por eso ha de empezar ¡EN LAS ESCUELAS!. No vayamos a decirle nada a esos padres amantísimos por si no nos votan.

En fin, a uno le gustaría "echarse al monte", pero algunas playas son una auténtica delicia, a pesar de que haya tanto guarro por sus orillas. Disfruten de los días de playa que podais antes de que esta o aquella administración nos quite los chiringuitos, los espetos...pero siga sin mandar a los guarros...a su casa!!

martes, 14 de julio de 2009

Llamando a las puertas del cielo



El dolor es el megáfono con el que Dios se dirige a un mundo de sordos. Esta frase la oí en una maravillosa película -Tierras de penumbra-, adaptación de un libro al que Rogelio dedicó una preciosa entrada: Una pena de observación. Os traigo esta foto porque quizás debiéramos parar un poco más y contemplar atardeceres.



Ciertamente, y con permiso de otros muchos sucesos dolorosos que hemos visto esta semana, la muerte del pequeño Rayán (que significa, una de las Puertas del Paraíso) es uno de esos momentos en que Dios se dirige a nosotros, si hacemos caso a la frase con que abro esta entrada. Conforme iba escuchando la noticia me iba quedando cada vez más estupefacto. Yo, en concreto, he seguido con interés la enfermedad de su madre porque he tenido alumnas de Marruecos (rifeñas o de otras zonas del país), de Argelia con las que he compartido momentos que harían la envidia de cualquier profesor en los tiempos que corren, y, realmente, la madre de este niño tenía esa mirada limpia que muchas y muchos de mis alumnos me dirigían mientras daba clase.



Pero esta muerte es especialmente trágica por todas las circunstancias que la han precedido, y no me refiero sólo a la muerte de su madre. Me refiero a que en los días posteriores, todos poníamos atención cuando las noticias decían que el pequeño estaba grave y en una incubadora, pero estable. Luego vimos que no era portador del virus de la gripe A. Y hoy, esto!



Uno se acuerda de todos los niños que mueren a lo largo de una semana en el mundo, y cae en la cuenta de lo cruel que puede llegar a ser esta vida. De lo cruel que, en realidad, es. Cruel y maravillosa al mismo tiempo.

Yo, aprendiz de historiador, recuerdo muchos textos medievales que nos advierten de la fugacidad de la vida. De lo débil que es la frontera entre el éxito y poner un pie en la barca de Caronte.



No sé si el cielo que realmente existe es el judío, el cristiano o el musulmán, lo que sí sé es que Rayán está allí con su madre. Y eso es así porque todos y cada uno de nosotros así lo sentimos en nuestros corazones, a los que, una vez más, ha llamado el dolor. Un dolor que hace que se detenga el tiempo y contemplemos la vida y la muerte. Permítaseme unirme al dolor de toda su familia. Permítaseme hacer de esta noche un Viernes Santo en Jerusalem. Permítaseme buscar la kipá que conservo de las cenas judías y rezar un kadish en tu honor. Permítaseme decirte, Rayán que Alá y su profeta Mahoma, -las bendiciones sean con él-, están contigo. Permítaseme decir que estás en el cielo y que al final de los tiempos, el Cristo de la Luz y la Resurrección nos traerá la vida eterna. Y permítaseme barrer toda superstición y pedirle al Dios de los ateos, al de los agnósticos y al de todos los creyentes una misa de Requiem por tu alma. Como decimos en Murcia, que Dios te bendiga, zagalico.

miércoles, 8 de julio de 2009

Veranos en Uleila (el calor...y la sombra!).



Creo que es en Sobre los acantilados de mármol, donde Jünger abre su libro con una evocación (manriqueña me atrevería a decir) de aquellos lugares y tiempos que no se volverán a repetir…ni a disfrutar.

Un amigo bloguero, don Alfredo García Francés, ínclito escritor, Premio Nacional de Periodismo, hará algunos años, y persona de valía, me comentaba que había estado en Uleila del Campo…aunque deduje por sus palabras que pasó un poco de calor. No fue esta la única coincidencia, pues ambos habíamos conocido también a Jacinto Soriano, legítimo vástago de la muy noble Uleila del Campo. Probablemente media Sorbona ha pasado por la casa de Jacinto a lo largo de sucesivos veranos. A nosotros, los jóvenes rapaces, nos impresionaban las reales hembras que venían. Aquellas francesas bronceadas con los ojos verdes y de pelo negro, que parecían sacadas de un cuadro de Matisse, y sin embargo …eran de carne y hueso!!

Pero mi intención era hablarles de los veranos de Uleila. El pueblo de mi querido padre. Allí íbamos desde que una cruel tormenta asoló la finca que mi madre tenía en la sierra de Partaloa: la Palma. El paraíso de la caza menor. No en vano, su actual dueño lo tiene de coto de caza. Pero para los veranos de Cantoria, les remito a un artículo que ya les traeré, de otro escritor. Creo que era el mismo Jacinto Soriano el que escribía que a Uleila hay que ir ex profeso. No es lugar de paso. Y ex profeso (ex vacaciones, diría yo) íbamos todos los años desde julio hasta la primera quincena de septiembre.

Es muy difícil expresar todo lo que me viene a la cabeza. Si hemos sido niños y hemos veraneado en un pueblo, la imagen puede describirse con un poema de Josep Pla, en el que nada más empezar se refiere al olor a leña y a chimenea. Así es, lo que más recuerdo son los olores. El olor de las alacenas (cada una con el suyo), el de los patios, el de las cámaras, el de los baúles. Luego estaban los olores del campo. El olor de los días en que sopla el Poniente (los peores), el olor de la madrugada, cuando las arbustáceas empiezan a despedir un sinfín de aromas. El olor de la mañana.

Aunque, sin duda, lo que uno disfruta con mayor delectación son los sonidos, más bien uno solo: el silencio. Hay horas del día en las que no se oye nada, sólo algún gato o los pasos de alguien que se aventura a caminar por las calles del pueblo porque va a por fósiles…o a correr los pollos. Esto último hay que hacerlo más o menos cuando el calor está en todo lo suyo, para así poder coger a los perdigones para criarlos y usarlos en el puesto.


Por desgracia (o por otros motivos), dejamos de ir durante algunos años. Mi pobre padre se vio privado de poder ver a sus amigos y a la imagen del Santo Cristo de las Penas. Dejamos de ir en el 93, y cinco años después murió. Otro Juez más Alto hará rendir cuentas a todos aquellos que le impidieron ir, pues el episodio estaría bien en una novela de Alejandro Dumas (padre). Aunque he de decir, que las cuitas que habían acompañado a mi querida madre durante aquellos veranos, eran propias de una novela de Dickens. Ah! la abnegación de mi querida madre…y de mi hermana! Cuántas miles de abnegaciones femeninas ignoradas durante décadas! Cuántos millones de mujeres abnegadas han sostenido la Humanidad!

Si hubo otra persona que más padeció ver el término de aquellos veranos, esa fui yo. De repente se acabaron los aromas, los amigos, las cañas en la Tejera y las excursiones de este monaguillo, aprendiz de naturalista, admirador de Darwin (y de las mujeres, especialmente de la carita de mi mujer cuando tenía trece años) y gran bebedor de cerveza...Pero la historia pone a cada uno en su sitio. Pasan diez años y me caso con la nieta de uno de los hombres más buenos, ecuánimes y serenos que he tenido el honor de conocer, Alfredo Peña. Y resuenan en mi cabeza aquellas palabras que abren un soneto del poeta gaditano Angel García López: Volver a Uleila!

La historia daría para una novela prosopográfica. Si la escribo algún día, créanme, muchos tendrán que soportar mis consultas y mis flaquezas de aprendiz. No digamos si empiezo a contar anécdotas sobre mi abuelo paterno, secretario de ayuntamiento de la España caciquil, fallecido en 1936 (de muerte natural), o las andanzas de mi querido padre durante la República y la Guerra Civil. Pero esa es otra historia.




martes, 7 de julio de 2009

El sopor del verano, ossia, batiburrillo de ideas


Mis queridos blogueros. El sopor del verano está haciendo mella en mis neuronas. Siempre he trabajado más durante el mes de julio, puesto que dejaba de "trabajar" y podía dedicarme a lo que realmente me apasiona: los papeles de mi archivo!(escuchando Radio-2).
No sé si será porque este verano el calor ha entrado con fuerza (al menos aquí en África del norte), pero mi actividad se reduce a leer algún libro,de los que he adquirido esta semana, o de los que tuviera pendientes.

Esta mañana he hecho un esfuerzo faraónico y me he decidido a compartir estas impresiones con ustedes.

Para mí, trabajar, lo es entre comillas, puesto que, en realidad, lo que hoy hacemos en los Institutos de Secundaria es más bien una labor de monitores, por eso quieren poner actividades por la tarde y ampliar el calendario escolar. No para que nuestras futuras generaciones se formen mejor, sino para que estén recogiditos y se solucione de un plumazo el tema de la conciliación familiar. Al fin y al cabo, como dijo la presentadora del Telediario 1, "hay prácticamente tantos modelos de familia como tipos de persona". Como ahora hay que ponerle etiqueta a todo, ¿qué serían aquellas familias en que los hermanos se quedaban huérfanos y el hermano o la hermana mayor se hacía cargo de la prole? ¿"comunas fraternales acéfalas"? En fin, como siempre he pensado que donde estaba el cariño de una, doso más personas y los que bajo ellas vivían, había una familia, me dio un poco igual el comentario del No-Do.

Estoy leyendo un libro que también lee mi querido Rogelio y que, espero, pronto nos va a comentar, por eso mantengo el título en secreto, como muestra de respeto y veneración. También estoy con La guerra de los Boers, del ínclito Churchill. Es un libro de aventuras, de aquellos que leíamos de pequeños, tipo Robur el conquistador. Se nota la pasión por la Historia de Churchill, y, sobre todo, su formación clásica (como la de todos los escolares ingleses de aquella época), pues a veces introduce juicios universales sobre los acontecimientos que narra, que son un auténtico lujo. Merece la pena nada más que por esto.

Otro de los tochos que llevo en marcha es una enésima Historia de las Cruzadas, la edición española de una obra alemana de los años sesenta, bastante interesante pues se acompaña de un contexto general de la época que recorre este fenómeno, y no cae en el argumento facilón de que fueron los comerciantes genoveses los que, aprovechándose del fanatismo de los papas, arrastraron a Europa a una orgía de crímenes, etc, etc, etc. A mí, estos argumentos, como aprendiz de estudiante de historia, siempre me han sonado a cantinela que quieren que nos aprendamos. Como aquello de "cautivo y desarmado...".

Y cuando los termine, me está esperando la Historia de Roma de Theodor Momsen, el santón de la Historia antigua de España (Fontes Hispaniae antiquae) y, sobre todo, de Roma. Lo que me recuerda que mi amigo Chiriveque publicó la semana pasada dos interesantísimas entradas a propósito de una época que me apasiona: la tardoantigüedad; aquí os dejo la referencia http://trastopato.blogspot.com/2009/07/presentacion-de-el-jardin-de-hipatia.html.


Todo esto además de los periódicos que entran en casa, con los que uno no sabe si reir o llorar (como siempre), y de los que hay que destacar las mesas para el cultivo de tomates (¿raf?) del ex-director del CNI, al que, visto lo visto, debieran haberlo hecho ministro de agricultura y pesca. Pero bueno. Se me está agotando la "agilidad" mental, cerebral y espiritual, de modo que les voy a dejar con una recomendación: no pisen las plantas, aunque sean matojos. Arriba les traigo una amapola de mar, una especie muy extendida por las costas -no urbanizadas (risas de fondo)- el sureste peninsular. Aunque vean matojos, no los pisen, la mayoría son especies protegidas. Es que uno tiene complejo de von Humboldt, pues iba para biólogo, pero cuando me obligaron a estudiarme la bioquímica, les dije "ahí os quedais", y me dediqué a otros menesteres (con todo respeto para nuestros premios Nobel).


En fin, no piseis las plantas, pero si veis a algún descerebrado, como nos pasó a mi mujer y a mi, pegándole un puñetazo a un gran danés, acordaos del Padrino y mandadlo a dormir con los peces. No podíamos dar crédito a lo que estábamos viendo, y, desde luego, nos dio la mañana. Y es que en esto de la estupidez del ser humano, ni los perros están a salvo. Yo conservo un par de cicatrices de un mixtolobo (me encanta el nombre) que tuve de pequeño. Pero no me gusta tener perros en el piso porque pierden libertad. Aunque os parezca paradójico, al provenir de una familia de cazadores, tengo en mente la idea de que los perros están mejor en el pueblo y en semilibertad, y estoy, personalmente por supuesto, en contra de las peluquerías caninas: agua y jabón!!.Pero sobre todo, tengo un respeto casi religioso por la naturaleza (aunque nos zampemos de vez en cuando una liebre al ajillo...que está de muerte!!).


Espero que los que estais trabajando cojais pronto las vacaciones y, sobre todo, las disfruteis. Y los que ya habeis estado, que no trabajeis demasiado. Al fin y al cabo, en España hay cada vez menos parados, porque están en el Plan de Empleo, no sé qué, o porque están haciendo cursos de formación. Salud...y monarquía!!

miércoles, 1 de julio de 2009

Nunca os rindáis...y no dejéis de estudiar la Historia



Buenos días, queridos blogueros! Me acuso de estar de vacaciones y no estar cuidando de los hijos de los demás en el Gulag. Me acuso de amar la Historia (...como a mí mismo...) y de leer a Churchill. Me acuso de leer varios periódicos, entre ellos, EL MUNDO!!!.

Y he aquí que os quiero transcribir unos estractos de la sección Carta del Director Pedro J. Ramírez a propósito de Churchill publicada el 31 de diciembre de 2000. Luego os comento.

Al día siguiente del asesinato de Ernst Lluch, la víspera de la manifestación en la que parte de la sociedad política catalana y de la antigua dirección del PSOE utilizaron la trayectoria dialogante de la víctima para remunerar a sus verdugos y minar la posición del Gobierno decidido a hacerles frente auna a costa de quedarse solo, yo asistí a un acontecimiento muy especial en el Royal Albert Hall de Londres (...) Cientos de muchachos de entre trece y diecisiete años, alumnos de Harrow, entonaron durante casi dos horas las llamadas Churchill Songs, conmemorando así el sesenta aniversario de aquel oscuro día de otoño de 1940 en que el primer ministro que solo podía ofrecer "sangre, sudor y lágrimas" acudió a su viejo colegio para buscar inspiración y fortaleza en las canciones de su adolescencia.



(...) Hay muchos Churchill pero todos están en el hombre a quien casi ya en la edad de jubilado los hechos dan tan dramáticamente la razón cuando el "deshonor" de Munich no sólo no evita la guerra sino que la trae aparejada, y el rey Jorge le pone a regañadientes al frente de un Gobierno de unidad nacional en el que en ralidad siguen predominando quienes, como Chamberlain y Halifax, son responsables de haber conducido al país por el tobogán del entreguismo hasta la ratonera de Dunquerque.

(...) Una semana después, con su coraje fortalecido por la pericia desplegada en la evacuación de Dunquerque, con muchas menos bajas de las temidas, Churchill se dirigió al país a través de sus mensajes augurando lo que sería la trascendental confrontación en puertas: "Llegaremos hasta el final, lucharemos hasta el final, lucharemos en FRancia, lucharemos en los mares y los océanos, lucharemos en los cielos con creciente confianza y creciente fortaleza, lucharemos en los campos y en las calles, lucharemos en las colinas; no nos rendiremos nunca".

(...) En el 41 hizo un paralelismo entre la contienda en marcha y la vida escolar: "¡No os rindáis nunca! Ni en lo más pequeño, ni en lo enorme ni en lo insignificante. Nunca os rindáis excepto ante las convicciones del honor y del buen sentido...estudiad la Historia, toda clase de Historia porque sin la reflexión sobre el pasado, no será posible caminar en la dirección correcta".



Evidentemente, Churchill se refería a la Historia de las fuentes, pues los alumnos ingleses leían el latín y el griego. No se refería la Historia manipulada y manipulable que hoy podemos encontrar en muchos "historiadores de guardia" de tal o cual grupo mediático o de esta o aquella autonomía.

Les confieso que estuve a punto de conocer a Lluch en sus clases de la UAB, pues casi, casi, en esos años de incertidumbre de después de la carrera, subo a Barcelona con mi querido amigo Florestán (su apelativo y el mío sólo coinciden casualmente, pues mi apodo es posterior, aun que ello no es óbice para la broma al uso...). A través de él, sí que adquirí ciertos conocimientos del doctorado en Historia económica que allí cursaba (el mismo que yo pensaba hacer), y, entre otros grandísimos historiadores que habíamos estudiado y leído con fruición, destacaba Ernst Lluch así como sus charlas sobre el pensamiento económico, que, mi amigo calificaba de increíbles, una isla de humanismo entre, a veces, demasiado economicismo...nunca entendimos (si es que algún asesinato de ETA tiene explicación) el por qué de su muerte, pero nos dejó un poso de rencor ..., algo parecido a cuando mataron a Tómás y Valiente. Tampoco entendí aquel "dialoguen".



Respecto del entreguismo británico, hay una película de James Ivory, Lo que queda del día, donde queda reflejada esta actitud en el personaje de Lord Darlington (interpretado por James Fox). Hay en las peículas de Ivory un personaje entre patético y digno que siempre sale malparado por no saber dirigirse con sus titubeantes principios: Cecil en Una habitación con vistas...o el mismo Maurice. Y es que la posición de debilidad de la persona, ya sea sentimental, ideológica...o fruto de una existencia artificial, nos hace ser víctimas de nuestro propio constructo, como le ocurre a estos personajes de las películas de Ivory.

Volviendo a Churchill, no estábamos ante ningún belicista, incluso su responsabilidad en los sucesos de Gallipoli está siendo revisada. Son esas figuras que la Historia pone ante circunstancias que, a pesar de los barnices y los edulcorantes que se les/nos quieran dar, son lo que son. Bueno, algo así ha ocurrido en Estrasburgo, se nos ha recordado cuán necesario es llamar a las cosas por su nombre. Ni más, ni menos.