viernes, 6 de febrero de 2009

Ni vencieron, ni convencieron


Volviendo a las películas bélicas. La colección que mencionaba días atrás tiene otra entrega que me parece soberbia: Vencedores o vencidos, adaptación en español del original El juicio de Nuremberg.

Es difícil resumir en una sola entrada la grandeza de la película de Stanley Kramer, así como su interés histórico. No olvidemos que, de refilón y al final, refleja la postura de la OSS con los jerarcas nazis a la hora de cumplir las condenas. Más aún cuando se planteaba la lucha contra el comunismo en su capítulo 1, la Guerra de Corea. Pero esto es harina de otro costal.


Personalmente (tampoco creo que sea ninguna novedad), creo que la película tiene dos pesos pesados: Spencer Tracy y Burt Lancaster. En el juez estadounidense Dan Haywood, parece que vemos el arquetipo de la justicia (aunque parezca de perogrullo, no lo es, a la vista de muchas de las conclusiones que van apareciendo en la película). En Ernest Janning, el examen de conciencia del pueblo alemán. Durante todo el juicio está callado, hasta que un primer plano genial de Kramer, le hace hablar con una frase demoledora: ¿es que vamos a empezar otra vez?


El abogado (magnífico M. Schell) acosa a preguntas a Judy Garland hasta que interviene Janning. El monólogo que le sigue es toda una reflexión sobre el mundo antes, durante y después del nazismo. Es bastante impresionante. "¿Queréis los Sudetes?, cogedlos!". Es todo un aldabonazo contra aquellos que no pararon a Hitler, al tiempo que un mea culpa.


Wilhelm Fürtwängler escribió en sus cuadernos de guerra que Alemania no fue nunca una Alemania nazi, sino una Alemania gobernada por los nazis. Creo que tenía razón, pero hemos oído repetir hasta la saciedad que Hitler llegó al poder a través de las urnas. No voy a entrar en el doloroso debate del pueblo alemán que existe desde prácticamente el final de la IIGM. Baste con la frase de Fürtwängler.


Siguiendo con la película. El plantel de, por referirnos de alguna manera, secundarios principales resulta impresionante: Marlene Dietrich, Montgomery Clift, Richard Widmark, William Shatner, y un largo etcétera. Dietrich parece una de aquellas señoras que paseaban por Unter dem Linden berlinés antes de la Primera Guerra Mundial, con esas fotos de Berlín que vemos en los almanaque que sobre el Alte Berlín compramos los turistas. Richard Widmark es el actual neocon. EEUU debe intervenir en todo lugar y en todo momento para salvaguardar la vida, la justicia y los Derechos Humanos (ojalá le hubieran hecho caso Kissinger & Co., que reconoció hace poco: "quizás nos equivocamos en Camboya y en Chile").


Termino con la escena de Montgomery Clift: cazador, liebre, montaña. ¡Sobrecogedora!

Y una posdata dedicada a D3M: ni venceréis, ni convenceréis...porque ni vencieron, ni convencieron.


4 comentarios:

Manuel dijo...

Totalmente de acuerdo, Montgomery Clift está de escalofrío... Esos cinco minutos valen casi tanto como el resto de su carrera; que ya es decir: "Yo confieso", "Un lugar en el sol", "De repente el último verano", "De aquí a la eternidad", etc.
A M. Schell creo que le dieron el Oscar.
Pero, dime, Fidelio: Imagina que eres un veterano de la Gran Guerra, has perdido una pierna y/o un ojo en Verdún, tienes que mendigar un dinero que mañana valdrá un millón de veces menos, tu hija se tiene que prostituir para que podáis comer... Y, de repente, aparecen ellos con sus banderas, sus tambores, diciéndote que no eres una mierda, sino miembro de la super-raza que dominará el mundo, que la culpa de tus miserias es de esos innombrables... En serio, ¿te habrías resistido a semejante inyección de moral y esperanza?
Respóndeme en "Días intensos"; por favor, usa tu identidad blogger: tengo muy poca cobertura.
Un abrazo (y tú sabes que cuando yo te digo a ti un abrazo quiero decir un abrazo).

J. Rogelio Rodríguez dijo...

Estimado Fidelio.

Es un post fenomenal, como suele ser habitual en tu escritura y en tu blog.

Últimamente he estado muy ocupado con temas laborales y he tenido muy poco tiempo para escribir en mi blog y para comentar en blogs amigos. Esta última entrada tuya presenta dos partes, dos argumentos entrelazados. Sobre el primero, la maravillosa Vencedores y vencidos, simplemente diré que es una de mis favoritas, dentro de eso que se llama cine clásico: sólida narración, argumento y guión inmejorables; y una interpretación “de película”. Yo, que sí creo en la necesidad de pedir perdón con humildad, cuando se ha pecado (y evidentemente, el nazismo, que sí es un producto genuinamente alemán, pecó; y en su pecado pecó Alemania), me quedo con la respuesta que le da el juez Dan Haywood, plena de moralidad, a Janning (esta personalidad, alemana, “no nazi”, que le llama plebeyo al Führer). Es una de las últimas escenas y Kaywood contesta a Janning, ante la petición de éste de exultación moral –que no penal-, ustedes no están libres de responsabilidad, aunque no fueran nazis: desde el momento en que dictaron la primera sentencia injusta ante un judío, desde el momento en que decidieron mirar hacia otra parte, ustedes se hicieron también responsables. (Perdona la imprecisión. Las frases no son éstas pero los argumentos son, en esencia, los mismos).

Sobre tu paráfrasis de Fürtwangler, me gustaría hacer un post. De hecho me voy a animar a hacerlo. Sólo me gustaría adelantarte que los argumentos del director (y compositor) alemán, no me tranquilizan en absoluto: Justo cuando él decidía quedarse en la Alemania nazi “al servicio del arte”, muchos de sus compatriotas y artistas huían al extranjero frente a las coacciones y amenazas del régimen criminal de Berlín (por citar a otros directores, como Fürtwangler, me acuerdo de Erich Kleiber –sí, el pàdre del gran Carlos Kleiber-, Fritz Bush, Mengelberg,…). En una época en la que este régimen criminal llamaba arte dehemerado (Entartete Kunst) a Schoemberg, Berg, Mahler, Stravisnky, Krenek., Weill,… otros artistas como Fürtwangler decidieron permanecer callados en Alemania, por su entrega “al arte”…

Es un tema complejo, sin duda y hoy yo tampoco “voy a entrar en el doloroso debate del pueblo alemán que existe desde prácticamente el final de la IIGM”.

Un abrazo y seguiremos dialogando sobre esta cuestión. Fenomenal post, como te decía.

J. Rogelio Rodríguez dijo...

arte dehemerado, noooo. Quería decir arte degenerado.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Querido Rogelio, os echaba de menos!! A Manuel, a petición suya le contesté en su blog. Habéis planteado las dos preguntas clave del (sobre el) pueblo alemán: los que votaron y se sintieron "alguien" y los que se quedaron. Efectivamente, el silencio (el que está al otro lado del que guardó Tomás Moro) fue muy probablemente cómplice o, como, permisivo. Es complicado hablar del contexto histórico cuando ocurren tantas cosas a nuestro alrededor. Sin querer excusar, Alemania acababa de vivir la revolución espartaquista y en el resto de Europa, el fascismo era una triste moda acogida con cierta simpatía. Es la única explicación que encuentro, porque, además de la aceptación de la maldad de los hombres..y ya entraríamos en planos metafísicos...no se puede explicar una hecatombe de tal magnitud.

Coincido contigo en lo que se llamó el verbicidio de los nazis (ya incluiré el artículo en alguna otra entrada), que incluía expresiones como "arte degenerado", o de cómo el diablo llevó al hombre a crear neologismos que lo acompañaran en su maldad.

Respecto a Fürtwängler, no sabremos si sus cuadernos de guerra son o no sinceros. Ten en cuenta que hasta después de los cincuenta el pueblo alemán no empezó a preguntarse ¿por qué? (ahí está el magnífico libro de Jaspers, Iniciación al método filosófico, que son unas conferencias radiofónicas con temas como la historia, y el hombre o la paz). Hay frases, frases y frases, como aquella de Richard Strauss cuando entraron a por él los soldados americanos: soy el autor del caballero de la rosa... ahora diríamos, ¿y qué?

Es difícil sentenciar (en el caso que nos ocupa, el juicio histórico está claro, tendría que haber hecho como Toscanini, etc).
Por último, ya que citas a Mengelberg, te recomiendo sus versiones de las sinfonías de Brahms con el Concertgebow, editadas por Naxos hace unos años.

Muchas gracias por el comentario. Un abrazo!