jueves, 16 de abril de 2009

Perplejidad...y alguna pregunta muy intencionada



Hay una frase de un capítulo de Cosmos (Sagan) que me encanta: por el precio de una comida...las obras de Shakespeare. Pero me gusta más el capítulo dedicado a la Biblioteca de Alejandría, la apología de las Bibliotecas desde la Antigüedad hasta hoy día.
Pensaba dedicar la entrada de hoy al gran Obama, pero me han mandado un mail que me ha dejado bastante perplejo. Aún confío en que se trate de una leyenda urbana. Si es así, mejor. De todos modos os dejo el escrito para que me quitéis la razón si estoy equivocado al pensar que el préstamo bibliotecario de pago es algo que causa perplejidad. No sé, ¿es que hay pocos ejemplares, es que no se respetan los plazos, es que los ejemplares se devuelven en mal estado? Claro, no quiero quedar como un diletante cursilindo si os digo que desde hace años no hago uso del préstamo bibliotecario, sólo lo digo porque quízás ha cambiado tanto la cosa que ahora en vez de leer los libros, los queman (famosa frase de Henry Jones Sr. en Indiana Jones y la última cruzada). En fin, el texto es el siguiente:





Sociedad General de Autores) ataca de nuevo.
Escrito y firmado por José Luís Sampedro, escritor.



POR LA LECTURA
Cuando yo era un muchacho, en la España de 1931, vivía en Aranjuez un Maestro Nacional llamado D. Justo G. Escudero Lezamit. A punto de jubilarse, acudía a la escuela incluso los sábados por la mañana aunque no tenía clases porque allí, en un despachito que le habían cedido, atendía su biblioteca circulante.. Era suya porque la había creado él solo, con libros donados por amigos, instituciones y padres de alumnos. Sus 'clientes' éramos jóvenes y adultos, hombres y mujeres. Allí descubrí a Dickens y a Baroja, leí a Salgari y a Karl May.Muchos años después hice una visita a un bibliotequita de un pueblo madrileño. No parecía haber sido muy frecuentada, pero se había hecho cargo recientemente una joven titulada quien había ideado crear un rincón exclusivo para los niños con un trozo de moqueta para sentarlos. Al principio las madres acogieron la idea con simpatía porque les servía de guardería. Tras recoger a sus hijos en el colegio los dejaban allí un rato mientras terminaban de hacer sus compras, pero cuando regresaban a por ellos, no era raro que los niños, intrigados por el final, pidieran quedarse un ratito más hasta terminar el cuento que estaban leyendo. Durante la espera, las madres curioseaban, cogían algún libro, lo hojeaban y a veces también ellas quedaban prendadas. Tiempo después me enteré de que la experiencia había dado sus frutos: algunas lectoras eran mujeres que nunca habían leído antes de que una simple moqueta en manos de una joven bibliotecaria les descubriera otros mundos. Y aún más años después descubrí otro prodigio en un gran hospital de Valencia.. La biblioteca de atención al paciente, con la que mitigan las largas esperas y angustias tanto de familiares como de los propios enfermos, fue creada por iniciativa y voluntarismo de una empleada. Con un carrito del supermercado cargado de libros donados, paseándose por las distintas plantas, con largas peregrinaciones y luchas con la administración intentando convencer a burócratas y médicos no siempre abiertos a otras consideraciones, de que el conocimiento y el placer que proporciona la lectura puede contribuir a la curación, al cabo de los años ha logrado dotar al hospital y sus usuarios de una biblioteca con un servicio de préstamos y unas actividades que le han valido, además del prestigio y admiración de cuantos hemos pasado por ahí, un premio del gremio de libreros en reconocimiento a su labor en favor del libro.Evoco ahora estos tres de entre los muchos ejemplos de tesón bibliotecario, al enterarme de que resurge la amenaza del préstamo de pago. Se pretende obligar a las bibliotecas a pagar 20 céntimos por cada libro prestado en concepto de canon para resarcir -eso dicen- a los autores del desgaste del préstamo..Me quedo confuso y no entiendo nada. En la vida corriente el que paga una suma es porque: a) obtiene algo a cambio. b) es objeto de una sanción.Y yo me pregunto: ¿qué obtiene una biblioteca pública, una vez pagada la adquisición del libro para prestarlo? ¿O es que debe ser multada por cumplir con su misión, que es precisamente ésa, la de prestar libros y fomentar la lectura?Por otro lado, ¿qué se les desgasta a los autores en la operación?.¿Acaso dejaron de cobrar por el libro?. ¿Se les leerá menos por ser lecturas prestadas?.¿Venderán menos o les servirá de publicidad el préstamo como cuando una fábrica regala muestras de sus productos? Pero, sobre todo: ¿Se quiere fomentar la lectura? ¿Europa prefiere autores más ricos pero menos leídos? No entiendo a esa Europa mercantil. Personalmente prefiero que me lean y soy yo quien se siente deudor con la labor bibliotecaria en la difusión de mi obra.Sépanlo quienes, sin preguntarme, pretenden defender mis intereses de autor cargándose a las bibliotecas. He firmado en contra de esa medida en diferentes ocasiones y me uno nuevamente a la campaña.¡NO AL PRÉSTAMO DE PAGO EN BIBLIOTECAS!José Luis Sampedro.






Sigo pensando que es un bulo (¡ tiene que serlo !), pero aprovecho para preguntarme ¿qué es lo que ha cambiado desde que Mozart se independizó de Colloredo hasta el tiempo en que pagamos por comprar un cd grabable porque se sospecha (iuris tantum, menos mal!!) que vamos a piratear música? ¿Qué respondería a esto la nueva ministra de cine...uy perdón, de cultura?

4 comentarios:

J. Rogelio Rodríguez dijo...

Hola amigo.

Una magnífica entrada y poliédrica también, muy fidelina...

Con respecto a Sagan, me acuerdo perfectamente de su narración sobre Eratóstenes, Hipatia, la gran biblioteca de Alejandría (por cierto, ¿quiénes la quemaron en el siglo V?, je, je, je...)

La carta de Sampedro la conocía. Me la envió un amigo por correo. La verdad es que algunas cosas no tienen sentido. Yo admitiría una tarifa por préstamo si no pagásemos los impuestos que pagamos; si las bibliotecas fueran privadas... pero en unas bibliotecas públicas, pagadas con nuestro dinero, esta tasa resulta poco decente.

En fin, a ver qué nos dice la ministra de cinematografía (ja, ja).

Un fuerte abrazo.

Fidelio en el bosque animado dijo...

Hola Rogelio!! Efectivamente, la palabra clave es público. Ya se está viendo demasiado "plus" en lo público...y huele muy mal.

...no recuerdo el episodio que me señalas de Hipatia y un tal Cirilo (vaya! se ma ha escapado!)...No sé por qué sabía que lo ibas a citar. Que conste que yo no lo he hecho porque el tema era el canon y no el martirio...

Respecto a la entrada, con lo de "fidelina" ¿no te referiras al castrismo, verdad (ja, ja, ja)?

Un fuerte abrazo, y gracias!!

Manuel dijo...

Una biblioteca es una agencia de viajes. Y el único precio debería ser la imaginación... Aunque con el trabajo que cuesta escribir y publicar un libro, empiezo a dudar.
En la Pública lo que más sacan son películas en DVD, estrenos que llegan casi al mismo tiempo que a los videoclubes. Conste que yo las saco también. Pero no deja de parecerme competencia desleal...
Un abrazo, Luisma.
Y en cuano al "fidelismo":
"¡Dreifussismo o muerte!", más o menos.

Fidelio en el bosque animado dijo...

Queridos amigos, pero no deja de oler mal que en el momento en que la masa acude a las bibliotecas quiera regularse imponiendo una tasa...máxime cuando son organismos públicos. Es que no huele nada bien. Por fin, ahora, se abre el debate de la publicidad en la televisión pública...

Claro, aquí hay muchos debates. La buena o mala gestión de lo público, los derechos de autor, la difusión por múltiples vías, sobre todo por internet...

Recuerdo a compañeros que estudiaban con los libros del departamento porque no tenían suficiente para comprarlos...por otro lado, los escolares reciben los libros gratis... ¿con qué dinero se sufraga esta inversión?

Espero no haber arrojado luz a la cuestión...je, je, je!!