viernes, 1 de marzo de 2013

Nostalgia (1)

Mi querido amigo Antonio Pujante atrapó un poema de Borges (si pudiera volver a vivir) como su himno de vida durante unos años en los que recorrió probablemente todo el mundo.
Creo que cuando le toque no sentirá la necesidad de leer el poema, ni siquiera de llevarlo en su cartera y enseñármelo en los brindis de altas horas de la mañana.
 
El poema de Borges es una especie de anhelo invernal sobre lo que nos hubiera gustado hacer y no hicimos a lo largo de nuestra vida. Para que quede claro (y me odien algunos de los que esto lean), me gusta leer a Borges, pero no comparto (de lo poquito que he leído) prácticamente ninguna de sus ideas ni exposiciones. Pero bueno, como yo suelo decir (esto de citarse a uno mismo resulta bastante comprometido, como mínimo...) estas afirmaciones son gruñidos de Alberico desde su cueva, que ni siquiera perturban el sueño del dragón. Basta de pedantería!

El hecho, es que sí que sentimos a lo largo de nuestra vida una especie de necesidad de reparar cosas del pasado, pequeñas venganzas contra el tiempo que nos come y que no nos deja (con nosotros y nuestros fantasmas como cómplices) vivir la vida según nuestros anhelos y, a la vez, corresponder a lo mucho que la vida nos dá cuidando de nuestros seres queridos.
 
 
No se piense que este "tono de condedemontecristo" responde a una vieja pendencia. Nada más lejos de eso. Es algo prosaico, pero sublime a la vez. Veamos.
 
Una de mis venganzas favoritas es recorrer librerías de usado buscando colecciones de libros que tengo incompletas, aunque sean ediciones de hace treinta años. En el caso de los libros de geografía regional, por ejemplo, es un ejercicio de mera literatura, pues lo que se descubre en esas lecturas es que todo  que se dice está ya superado (obviamente). Pero esa especie de tonto engaño de leer libros que anhelamos en nuestra juventud...la verdad, es gratificante. Sobre todo, si nos permitimos un pequeño ejercicio de emocionada nostalgia para rememorar aquellos años de infancia y juventud.
 
 
 
 
Y, sobre todo (una de las cosas más gratificantes), descubres que ahora lees con más madurez, aprendes a leer con paciencia, sin las prisas de tomar notas y memorizar datos para volcarlos en el examen. En definitiva, sigues aprendiendo a leer. Por eso, aunque los datos estén atrasados y muchas de las conclusiones estén superadas (o no...), es enormemente gratificante descubrir aquellas viejas lecturas de estudiante y tenerlas en tu poder. Tocar un libro es, cada vez más, un ejercicio de arqueología, pues las horas que pasamos en el ordenador son esos segundos de menos que dedicamos a leer libros.
 
 
Ahora estamos asombrados ante las nuevas tecnologías...pero la transmisión de ideas sigue necesitando al menos de uno de estos dos soportes: la palabra escrita o la palabra hablada...palabras e ideas...eso sí que es un tesoro minusvalorado.

2 comentarios:

días intensos dijo...

No acabo de creer que no compartas nada con Borges... Si eres un Aleph con piernas, querido Luis. Además, ¿no te sigue inclinando la nostalgia hacia cierta esquina blanca que daba a un jardín cercano a un instituto que parecía un recortable?

1964

I
Ya no es mágico el mundo. Te han dejado.
Ya no compartirás la clara luna
ni los lentos jardines: Ya no hay una
luna que no sea espejo del pasado,

cristal de soledad, sol de agonías.
Adiós las mutuas manos y las sienes
que acercaba el amor. Hoy sólo tienes
la fiel memoria y los desiertos días.

Nadie pierde ( repites vanamente )
sino lo que no tiene y no ha tenido
nunca, pero no basta ser valiente

para aprender el arte del olvido.
Un símbolo, una rosa, te desgarra
y te puede matar una guitarra.

II
Ya no seré feliz. Tal vez no importa.
Hay tantas otras cosas en el mundo;
un instante cualquiera es más profundo
y diverso que el mar. La vida es corta

y aunque las horas son tan largas, una
oscura maravilla nos acecha,
la muerte, ese otro mar, esa otra flecha
que nos libra del sol y de la luna

y del amor. La dicha que me diste
y me quitaste debe ser borrada;
lo que era todo tiene que ser nada.

Sólo me queda el goce de estar triste,
esa vana costumbre que me inclina
al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.

Fidelio en el bosque animado dijo...

Ahí le has dado!!! Te doy la razón en todo, querido Manuel.Aunque, por razones que ya conoces, no me trae nostalgia aquel tiempo, más bien, alegría por haberte conocido a tí y a otros compañeros. Además, como nuestro punto de encuentro es Corduba, pues eso! Gracias por el poema, cicerone!! Gracias por estar ahí! Un abrazo!