jueves, 13 de mayo de 2010

Las suites para cello (I)


Dedicada va esta entrada al entrañable y familiar Jesús Jareño, con el que tan apasionadas conversaciones sobre Casals y Bach mantuve.

Una de las joyas de la música son las suites para cello de Juan Sebastián Bach. Es prácticamente imposible contener el llanto si escuchamos algunos de sus fragmentos. El bellísimo preludio de la suite nº1, BWV 1007, es, probablemente, el más conocido. Es verdad que es de una belleza tan rauda que siempre nos sabe a poco. Por fortuna, la alemanda que lo sigue es preciosa, y nuestros oídos van quedando saciados. El ritmo de les impone Rostropovich puede parecerle, a algunos, vertiginoso...

La Courante y la Zarabanda mantienen el mismo espíritu del preludio (¿será por la tonalidad?). Pero no pierdan detalle de los Minuetos, y lo reflexivo del segundo, en contraste con lo eufórico del primero. Si palabras para la Giga.

Personalmente, me quedo con el preludio de la suite nº2 BWV 1008, (al mismo nivel que el de la nº3). Entre melancólicas y firmes, arrancan las tres primeras notas con gran contundencia y claridad discursiva (hubiera escrito en mi efímera etapa de crítico). Pero es que es cierto. EL preludio es un anticipo de la zarabanda.

La courante nos da un pequeño respiro, quizás es una preparación en la frugalidad para la sobriedad de la Zarabanda. Permítanme un ex cursus para recordar bellísimas zarabandas, no sólo de Bach, sino de Gluck, de Händel, de Purcell...bueno, volvemos a la de la suite nº2. Unas notas largas que cierran nuestros párpados invitándonos a un reflexivo sosiego. Unos silencios que preceden a frases humildes pero tremendamente profundas.

Llegamos a los dos minuetos. Arranca el primero con gran solidez. En modo menor llega el segundo, sencillo y verdadero, iniciando su andadura en un mezzoforte, como si nos diera un descanso del incesante ritmo ternario que va a llegar con la repetición del primero.

Por último, la Giga, que arranca con pares de notas que no dejan lugar a duda de su presencia. No perdamos detalle de las apoyaturas (más en el preludio de la tercera), o las dobles cuerdas, bellísimas. Como elegantes son las modulaciones y variaciones hasta llegar a la ¿redonda? final.


Otro preludio que me es imposible escuchar sentado es el de la suite nº 3. Una escala descendente de notas abre la puerta de nuestra estancia y nos envuelve en una corriente incesante de escalas exultantes a las que es imposible ser ajeno. ¡Cómo pueden ser tan bellos unos ejercicios para el cello!!! Un diálago de pares de pasajes nos lleva, ahora sí, al pasaje de la apoyatura. Es sencillo. No es nada...pero para mí es una fiesta de los sonidos. Y al poco, llega a su fin (Rostropovich hace un piano súbito en medio del pasaje que a mí me gusta mucho, no recuerdo quién más lo hace porque desde hace mucho sólo oigo esta versión). Podría dedicarle una entrada a este preludio, así que mejor pasamos a la alemana, bellísima. Pero la Zarabanda nos devuelve a la melancolía que sólo transmite el violoncelo. Casi siento verguenza por querer describir de manera tan burda sonidos tan sublimes. Et les bourrées sont arrivées! De sencillez y belleza pastoriles (supongo que habrán leído estos adjetivos en la contraportada de cualquier disco, pero bueno, es que son así) La número dos les sonará trascrita en algún otro instrumento. Pero no perdamos el hilo, pues la exposición del motivo en modo menor resulta de un gran preciosismo e intimismo (y ya no más -ismos) que contrasta con el regreso eufórico de la primera bourrée.

La Giga es un torrente de notas que culminan en un zapateado vertiginoso que el instrumento nos expone con las dos cuerdas. Impresionante.


Bueno. Esta burda descripción de lo que uno escribiría en unos minutos sobre las tres primeras suites para cello de Bach es en realidad una invitación a que no pierdan un instante y las escuchen. ¿Versiones? Hay varias de Pau Casals que son altamente recomendables. Y no se engañen por lo distintas que pueden resultar de las de Yo yo Ma. Paul Tortelier o Rostropovich si quieren comparar épocas...yo les traigo a un grandísimo artista, famoso también por sus pantalones de cuero...y por su excelente versión del concierto para cello de Elgar, que grabó con el malogrado Giuseppe Sinoppoli.

suite nº2 BVW 1008, preludio


Post Data: voy a intentar no escribir de política.


2 comentarios:

J. Rogelio Rodríguez dijo...

Querido Fidelio.

Enhorabuena por la excelente y documentada entrada. Es tarde y no puedo dedicarle (al menos hoy) el comentario que merece, pero al menos quiero mencionar mi predilección por la versión de Anner Bylsma (para Sony) con instrumento original, of course.

Es una colección maravillosa, de lo más granado que se ha escrito en contrapunto para chelo. Piedra de toque del arte contrapunt´sitico bachiano y que ha tenido lecturas diversas. Y como música antigua que es se descubrió para el gran repertorio a comienzos del XX: por el gran Pau Casals.

Como curiosidad me permito comentarte la versión (increíble) de Paolo Pandolfo, ... ejecutada con ¡Viola da Gamba! Es un disco del sello Glossa que tiene la virtud de adjuntar una conversación imaginaria entre un violoncelo una la viola da gamba que le piede prestada al primero esta partitura. Ya te contaré en un correo.

UN fuerte abrazo.

Fidelio en el bosque animado dijo...

Querido Rogelio, una de las cosas que más me gusta en estas entradas son las versiones que propones, puesto que, como habrás podido ver, me he quedado en hace unos veinte años de la prouducción discográfica. Has recordado el impagable legado (uno de ellos) de Pau Casals. Sí que conocía, por haberla oído en la radio, la versión de Pandolfo. Es, efectivamente, increíble, aunque no puedo hablar mucho más por no conocerla bien. Espero impaciente tu correo. Gracias por tu comentario. Un fuerte, fuerte abrazo!