
No me gusta hablar, y mucho menos, lanzar juicios sobre los sitios que no he visitado.
Por otro lado, es imposible estar en todos los sitios que uno quiere. A lo largo de toda su vida, un botánico recorrió el mundo y sólo podía hablar de una cuarta parte de los países que había visitado (lo cual es mucho).
Todo esto viene porque la percepción que tengo de Iberoamérica (lo de Latinoamérica es un concepto francés, imperialista, en el más estricto sentido de la palabra, y no estoy dispuesto a utilizarlo) viene a través de las noticias y una visita muy puntual. Es verdad que he hablado con personas que han estudiado y han visto problemas de primera mano...o con familiares.
Cuando fui oyendo las noticias que sobre Honduras aparecían en el Telediario, cuando fui oyendo "entre líneas" (si es que se puede), ustedes me van a permitir, pero pensé...al menos no hay muertos. Y es que hace dos décadas, cualquier movimiento de este tipo se saldaba con muertos. Muchos tenemos grabada en la retina la imagen de la embajada española de Guatemala ardiendo, y los oscuros argumentos que fueron apareciendo.
No menos significativo me pareció oir lo siguiente: los embajadores de Cuba, Venezuela y otros países (ya imaginamos cuáles) han abandonado el país tras conocer la noticia de que el presidente había sido "escoltado" fuera del mismo.
Cuando estudié América Latina Contemporána (así se llamaba la asignatura), mi profesor era uno de esos que ahora llamaríamos progres. No conectamos, nunca le gustaron mis trabajos (y tenía razón) pero siempre lo respeté porque era un intelectual bastante formado. Conoció la Nicaragua de Ortega, estuvo con la guerrilla del ELN y creo recordar que con las FARC (haciendo su tesis), nos pasó unos interesantísimos artículos sobre el Magdalena medio, nos trajo a Hernando Valencia, procurador de Derechos Humanos en Colombia. Y, recuerdo, en una de las conversaciones que tuvimos (prácticamente todas interesantísimas) me dijo que la "contra" que venía desde Honduras, era muchísimo más virulenta que la que operaba desde Costa Rica. Esto, para cualquier contemporaneísta de América no era ninguna novedad, pero para mí, estudiante veinteañero, fue como una revelación, pues en seguida recordé aquella imagen de la embajada española de Guatemala y los sucesos del asesinato de monseñor Romero. Hemos oído hablar, y mucho, del narcotráfico de Colombia y México, de las dictaduras del Cono Sur americano...pero en América Central hubo horrores similares... o peores.
Vuelvo a la crisis de estos días. A mí, particularmente, me ha resultado muy llamativo el hecho de que, primero, no se aclarara del todo que el presidente hondureño quisiera perpetuarse en el poder, esto es verdad. Segundo, que, claramente quería reformar la constitución para poder volver a presentarse, esto, también es un hecho. Tercero, que más o menos, la mitad del país y, sobre todo, sus instituciones, se le opusiera de manera tajante, como se ha podido comprobar... Cuarto, que la comunidad internacional pida el restablecimiento del orden democrático (habría que ver qué piensan de verdad). Quinto, que Hugo Chávez se haya puesto en seguida a lanzar sus peroratas (al menos no nos ha recomendado el zumo de uva), él, golpista que estuvo en la cárcel y...bueno, por sus actos los conocereis.
Estos hechos, me resultan bastante desconcertantes. El ejército hondureño depone al presidente, nombra uno nuevo, pero aún no ha habido derramamiento de sangre. El presidente es escoltado hasta Costa Rica, es decir, ni a Nicaragua, ni a Venezuela ni a Cuba.
Créanme si les digo que estoy bastante desconcertado. Y lo digo, porque, como español, y por razones obvias, me importa mucho Iberoamérica, he estudiado un poquito su historia e instituciones, y me da mucha pena que siga presa de sus problemas estructurales. Cuando encuentre una serie artículos de Juan Velarde Fuentes sobre Iberoamérica, les cotaré. A saber qué va a pasar en Argentina después del matrimonio Kirchner, qué futuro le espera a Bolivia, Venezuela o Nicaragua con esos pseudopopulismos que padecen...o vuelven a padecer. Y es que la cleptocracia, la desestructuración laboral y económica y la deuda tan ingente de políticos que no saben gestionar es demasiado para un contienente que, paradójicamente, es de los más ricos. No hay conclusión a mi entrada de hoy, porque nunca la he tenido...ni la tengo. Sí una especie de percepción de que, como en todas partes, hay millones de personas trabajando, y unos cuantos que en nombre de Milton Friedman, de Karl Marx, o de Simón Bolívar, están alimentando su orgullo, sus anhelos y ansias de poder...y sus arcas. Un millón de abrazos para nuestros hermanos de Honduras, y para las Damas de Blanco.
P.D.: El mural es de mis alumnos.