Tomás Moro, Thomas More, santo Tomás Moro...nunca mejor dicho, el mismo santo con distintos vestidos, según la época. Este santo varón de las letras universales fue decapitado por su rey porque no aprobó el divorcio con Catalina de Aragón (la serie Los Tudor lo cuenta, aunque ofrece una visión un tanto particular del aspecto y la vida del segundo Tudor, sigo prefiriendo A man for all seasons o la espléndida serie Royal Heritage).
Gran Humanista y primer utópico, porque fue el quien inventó lo de oú topos, sin lugar. Porque ni lo hay, ni lo hubo, lugar en el mundo donde todos trabajaran, que es lo que proponía en el apartado de las artes y los oficios del libro segundo.
Algo así como lo que Obama pretende en su gran país: ponerlos a trabajar a todos.
Lean, lean Utopía de Tomás Moro ...y comprenderán muchas cosas (o no).
Aquí en el sur, el paraíso del PER no queremos leer Utopía, pero trabajar, trabajamos. Ahora Zapatero nos pide que consumamos...pero ?qué quiere nuestro presidente que consumamos? Si no ahorramos energía nos penalizan. Si no son productos españoles no seguimos las directrices de Industria (sin comentarios). Los padres quieren que la jornada escolar sea más larga para...poder tomar café según algunas madres...comer pipas según otras...
En fin, a grandes males, pequeños remedios. A viejos males (la crisis de los tulipanes) viejos remedios (la parábola del tesoro, sí, sí, la de los Evangelios)...y si no queremos llamar santo a Thomas, pues, de todos modos, leemos Utopía, del idem (pero sin el santo y sin el Moro, que no se enfade mi amiga Fátima, sí, sí, marroquí, bueno, rifeña).
Mientras tanto, deleitense con esta foto de la farmacia de Heidelberg o con el jüngeriano artículo de Juanjo Chirveches. Cantoriano, granadino, español.
Cantoria y Heidelberg tienen muchas cosas en común. Una de ellas es que su castillo fue destruído o semidestruído por dos grandes monarcas. El de Heidelberg durante la Guerra del Palatinado, que protagonizó la Francia de Luis XIV. El de Cantoria, por los monarcas españoles (¿se les puede llamar ya así o hay que añadir algún gentilicio?), tras la conquista y las sucesivas rebeliones moriscas (hubo muchas antes de la expulsión a principios del siglo XVII). Pero esa es otra historia...
2 comentarios:
Marevillosa entrada... No tengo palabras, de veras.
Mi comentario hoy es más sentimental que otra cosa: trabajé en un proyecto en Stuttgart, hace ocho años y tuve la oportunidad de conocer Heilderberg. ¡Qué preciosa ciudad! Tu recuerdo del castillo me ha rescatado las imágenes del interior del recinto, de la vista exterior, abajo; de la escalinata de subida...
Un abrazo.
Freut mich!!! Verdaderamente, Heidelberg es una pasada. Hombre, Cantoria, en sus tiempos, era un pueblo muy bonito. Ahora, algunas de sus calles rezuman el sabor de otros tiempos para aquellos cuya familia materna se pierde por generaciones.
A propósito de las pelis de guerra que hemos ido recordando, y ya que el Pisuerga pasa por Valladolid. Viajar a las ciudades del Rhin es recordar también la hecatombe de la Segunda Guerra Mundial. Todas están reconstruidas. A su lado, la torre del polvorín del castillo de Heidelberg es una broma.
Gracias por tu comentario. Me alegra enormemente despertar buenos recuerdos. Cuando somos viejos, ¿qué es lo que nos queda sino esos recuerdos, los amigos que quedan vivos y nuestra familia (si es que no nos han mandado a una residencia)?
Un abrazo!!
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