Recomiendo la lectura de la novela de Ernst Jünger, Sobre los acantilados de mármol. Aunque para la entrada de hoy basta con la primera página. Casi nos recuerda las Coplas de Jorge Manrique.
Los niños de esta foto aprendieron la Conjura de Catilina, en latín. ¿Qué aprenden los niños de ahora? ¿Dónde aprendemos más ciudadanía, en colegios donde hacen falta mediadores, o leyendo, por sí solos (no digamos si lo que leen es Del ciudadano de Cicerón o L'esprit des Lois)?
Dedidado a mi tío Adolfo, Humanista y hombre de bien.
4 comentarios:
HOla de nuevo, amigo Fidelio.
Aunque lo que te voy a preguntar tiene una relación muy tangencial comn tu entrada, no puedo evitar lanzarla: ¿Has visto "La clase" o has leído el ensayo? La firma (la película) L. Cantet, sobre el ensayo de F. Bégaudeau. El Cahiers de este mes la ha presentado muy bien y, aunque no soy un entusiasta del sistema francés de enseñanza (a prioiri) tengo mucho interés en verla por su planteamiento:"la escuela como reducto de derecho y poder de los ciudadadnos frente al poder estatal" (eso dice, al menos, ekl crítico de Cahuiers).
Un abrazo.
De cómo la filosofía puede convertirse en vida poética y viceversa...
Una pequeña corrección, Luisma: "Dreyfusistas del mundo, uníos". Le falta la coma al vocativo.
Repelente niño Manolito Gafotas Vicente.
Ya soy oficialmente seguidor tuyo.
Manuel
Que va! Que va! Si es que lo que quería poner era "Dreyfusistas del mundo unidos", pero para solidarizarme con la ministra de fomento he hecho un chiste con el rótulo, para que no sólo suene, sino que se lea chistoso el andaluz. Estoy intentando buscar un sombrero flamenco para ponerlo encima de la D.
En fin, mil gracias, Manuel, por tu adhesión y tu corrección latinista (que no política), y sobre todo, gracias por tu blog!
Rogelio!
Mil perdones por mi tardanza, que no desinterés. No he visto la película pero sí leído Cahiers (versión web). Estoy de acuerdo con tal planteamiento de la escuela. De todos modos, la realidad nos informa de otras cosas...distintas, muy distintas.
Volviendo al papel del profesor (una rápida consulta a la Wikipedia francesa me ha puesto al día), es cierto que, en principio, debería ser el transmisor de una Paideia que resistiría, en principio, a los devaneos de la política estatal...o autonómica. Pero soy tremendamente pesimista sobre esto. Los profesores que quieren sacar algo en claro, intentan enseñar el significado de las palabras a sus alumnos (y alumnas!, apostilla lo stato), es decir, lo que cuando nosotros teníamos quince años era el punto de partida (los conceptos), es ahora el desierto.
Desolador ¿verdad?
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