Cuando tenía trece o catorce años, mi hermano Juan Antonio me llamó para que me quedara con mis sobris.
Antes de irse me dijo: tienes que grabarme Patton, la cinta está puesta. Yo le di a grabar y empecé a ver la película. Bueno, el principio es ya bastante sorprendente, sobre todo por los planos que van apareciendo. Es como decir, aquí está Patton, sobran las palabras. Pero las palabras no sobran, máxime con la especie de arenga que dirige a sus soldados y que uno no sabe hasta qué punto el guionista ha añadido algo o simplemente se ha limitado a reproducir las palabras del general.
Ese era Patton, el típico general que muere a lomos de su caballo en La carga de la brigada ligera (por ejemplo), pero que fusilaría sin pestañear a a quellos que se negaran a avanzar. La película, esplendida biografía por otro lado, es quizá un tanto atípica en el género biográfico, porque no cae en la identificación o en la simpatía por el personaje. Y, desde luego, muestra bastante acertadamente las facetas de esta persona que, desde luego, no deja indiferente a nadie. Otro día hablaremos de su biografía y de sus biografías.
No puedo dejar de citar miles y miles de frases que nos harían movernos constantemente de nuestro asiento (la verdad es que yo me reí mucho), pero que no debieron de serlo para aquellos, a cuyos oídos llegaron cosas como: a partir de ahora todo aquel que no lleve su uniforme, su casco y sus polainas... será despellejado. Así podríamos seguir, una tras otra riendo, llorando, indignándonos...
Centrándonos en la película, ¿qué os parece la llegada al Cuartel General a lomos de su jeep y con la sirena puesta en medio del desierto (Campo de Níjar entiéndase)? Los exteriores se rodaron en su mayoría en la provincia de mi querida Almería, y oh maravilla! mi pueblo paterno, Uleila del Campo, la foto de arriba, vio cómo su rambla llevaba agua cuando el general mató las mulas que obstruían su carrera hacia Berlín. Este mismo general que sirvió de coartada para engañar a los alemanes antes del desembarco en Normandía, y que hubiera continuado hasta Odessa si lo hubieran dejado (esto sí que daría para historia ficción). Pero para derrotar al diablo, hubo que pactar con otro. Paradojas de la Historia.
No podemos concluir sin hablar del gran George C. Scott, del que se dice, rechazó el oscar (¿leyenda urbana?). Para mí, desde luego, es su mejor interpretación. Difícil, desde luego, tuvo que ser recrear un personaje tan complejo y contradictorio (aparentemente), como Patton. Desde mi punto de vista, el actor estuvo a la altura. Aunque no venga muy al caso, pues estos días me quiero centrar en la IIWW, hay dos películas que recomiendo mucho, mucho, mucho de este gran actor: Al final de la escalera y La fórmula.Por último, otra frase memorable que abre mi segunda entrada de hoy: no quiero recibir diciendo que estamos aguantando la posición: ¡no aguantamos nada, que aguante el enemigo!
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