Para otra gran parte de la Humanidad no significa nada. Pero uno de los comentarios que mis compañeros de blog me regalan, me resultó bastante esclarecedor. En él aparecía una palabra: esperanza.
Hoy es un día de esperanza. De esperanza en la bondad de los hombres, de esperanza en la Fe...de los hombres. De esperanza, en definitiva, en que la religión, a la que algunos han asignado ya su gen correspondiente, se convierta en algo que nos une, no que nos enfrente. Por eso he ilustrado esta entrada con las distintas confesiones de la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén, una joya del arte paleocristiano de la que actualmente queda poco después de tantas remodelaciones.
Hay un artículo bastante interesante de un amigo mío, sobre la experiencia mística en el budismo zen y en el cristianismo. Su lectura es enormemente gratificante, porque habla de cómo el ser humano construye desde puntos tan diversos como el norte de Africa (san Agustín) o el Extremo Oriente.
Aquí en España, es un día de operación retorno. El anticlericalismo campa a sus anchas, y la Iglesia no hace demasiado por remediarlo. De hecho, muchos de los que han sido educados en colegios religiosos cargan hoy sus plumas contra todo lo que huele a religión, aplicando las mismas armas (dialécticas o no) que las que utilizaban en aquel tiempo aquellos a quienes critican...en fin, made in Spain.
Olvidando el incienso y las procesiones aquellos que no crean. Olvidando las sotanas y las bofetadas...aquellos que odian. Olvidando las caricaturas y otras irreverencias. Olvidando el debate (ooooooootra vez) de la existencia histórica de Jesús ¿Por qué no aceptamos que Cristo trae un mensaje de Esperanza? ¿Hace falta tener el carné de algo para suscribir esto?
Yo me sitúo, normalmente, en el lado de los excépticos, hasta que las palabras de los hombres buenos se oigan entre tanto gorgeo, hasta que el corazón de los hombres deje de ser un plano de la basílica del Santo Sepulcro. Pero hoy hago una excepción de la excepción, y creo en la Esperanza.
4 comentarios:
Buen libro el de César Vidal y Federico Jiménez Losantos.....
Hola Anónimo!
Pues a pesar de todos los pesares, está bastante bien. Si prescindimos de los debates que plantea y de ciertas tomas de posición, lo que más me gusta es que aclara bastante ciertos temas, que, por otro lado, estaban bastante asumidos no por la historiografía, sino por la hagiografía nacional y nacionalista.
Personalmente, le daría una mayor proyección al legado árabe y andalusí, pero es bastante obvio que el libro trata de responder a quienes crean el tópico de un "Al Andalus Félix" frente a unos reinos hispano-cristianos bárbaros y obtusos. Bien, habría que empezar diciendo que la presencia andalusí es muy heterogénea. Tanto que tan solo trecientos años después de su inicio, Al Andalus se había disgregado. De todos modos, a mí el debate que crea la izquierda a partir de mitos de épocas pasadas, francamente, me importa poco, aunque soy consciente de que, sobre todo, ciertas autonomías y sus historiadores de guardia, han sacado bastante tajada de todo ello.
Me alegro de que te guste el libro. Ahora estoy con Antonio Pérez y sus discursos y cartas. De cómo la traición se justifica a través del tacitismo y la razón de estado. De como se justifica lo injustificable. Aunque para muchos, Felipe II sigue siendo el de las películas de Errol Flynn vestido de negro. Y es que la leyenda negra se ha conservado gracias a nosotros, los españoles...de toda España...
Un saludo!
Inevitablemente, escépticos o no, la Esperanza es más que una mera creencia. Y, en este sentido, participar del fenómeno religioso (aun no siendo creyente) es un signo inequívoco de contemporaneidad, de fragmentación de la Historia del Pensamiento, que ha generado un crisol deacercamientos a la complejidad del Ser Humano. Ya Mircea Eliade muestra en su obra la "unidad fundamental de los fenómenos religiosos y la inabarcable variedad de sus expresiones".
Por el motivo anterior, resulta especialmente insultante (a nuestra inteligencia) la lamentable simplificación del fenómeno religioso, de la que es tan amiga nuestra progesía oficial y demás adláteres y conmilitones.
Un abrazo, Luis.
Es que autores como el que propones...precisamente nos devuelven la Esparanza. A pesar de que entre el querido Antonio Pérez he hecho varios paréntesis para lecturas del s. XIX (ya os contaré), y de sus miserias (idem), también yo he llegado a las aulas con renovadas energías gracias a la lectura del ideario de otro maestro, el grandísimo López Almagro. Murciano. Huertano. Admirador de Salzillo...y del sentido común.
También me he sumergido en el debate actual (y estéril) sobre Rousseau si, Rousseau no. Es como si estuvieran todos los articulistas atrapados en aquello del eterno retorno. En fin...esto da para otras muchas entradas.
Un abrazo!
Publicar un comentario