Después de días y días en manos de bacterias y virus, pensaba dedicar la entrada de hoy a la sinfonía Resurrección, pero la afición de mi amigo Rogelio por el sinfonismo centroeuropeo me hizo recordar mi devoción por las sinfonías de Brahms.
Estoy escuchando la versión de Mengelberg con el Concertgebouw (años 30) y, verdaderamente, el tercer movimiento lleva fuego en esas llamadas de maderas y trompas a la alegría, previas al cuarto movimiento que arrastra el archiconocido comentario de ser la décima de Beethoven (y que yo no comparto, recordemos el esquema 1, 2, 3 que explicaba Bernstein en aquellos programas maravillosos de Concierto para Jóvenes).
No nos desviemos del un poco allegretto e grazioso. Hay infinidad de pasajes de esta primera sinfonía que me gustaría resaltar, pero he preferido empezar por este tercer movimiento porque es verdad que tiene, como toda la sinfonía, mucho de beethoveniano. Sin embargo, para mí, ese principio con la melodía propuesta por el clarinete, que luego retoman los violines adornados, otra vez, por el clarinete, es puro Mozart. El juego de las maderas sí es claramente Beethoven...pero ¿dónde esta Brahms? (en toda la sinfonía, claro) , en el júbilo tan humano que, tras la exposición del tema A llega al segundo tema del movimiento, la llamada de las maderas, nuevamente a las que van añadiéndose los metales con esas tres notas repetidas, una auténtica llamada para que respiremos y sintamos la alegría de vivir (mi amigo Jose, grandísimo director, recordará que yo proponía otra cosa sobre este tercer movimiento), como digo, que finalmente exponen las cuerdas en todo su esplendor. Alegría, dicha, en estado puro. Pero tiene ese pasaje una llamada final desde la tierra cuando propone las mismas tres notas en modo menor, finalizando esa sección B y volviendo al tema inicial que da fin al movimiento. La versión de Mengelberg es, sencillamente, brahmsiana.
Permítaseme pasar de puntillas por dos gigantes con algo de diferencia generacional por aquello de los tempos pausados, etc, etc...el debate de siempre: ser fiel a la idea o a la partitura. Furtwängler y Celebidache muestran en sus respectivas versiones, lo que los aficionados conocemos como tempo pausado (como vds comprenderán no voy a entrar en metrónomos), y, desde luego, no tienen nada que ver las versiones de su primera con, pongo por caso, Toscanini, (sí, ya se que me he ido al otro extremo). Llamo la atención, no obstante, sobre el cuarto movimiento de Celebidache, en especial, los corales de los trombones y trompas antes del tema principal. ¡Soberbio!
Hace ya más de quince años, Wolfgang Savallisch grabó con la London Philharmonic la integral de las sinfonías junto a las Oberturas y el Schicksalslied. También por aquellas fechas grabó Baremboin con Chicago. Entra el director argentino con firmeza en el adagio inicial de este cuarto movimiento, decisión que mantiene a lo largo del pasaje con los pizzicati de la cuerda (poco que ver con Fürtwängler, en cuanto a la propuesta, nunca diré quién es mejor, porque es un debate absurdo). La llamada de la trompa, aunque no sea alpina, es de una limpieza digna de la Chicago Symphony Orchestra (¿aquella en la que Solti estuvo y que nos dejó grabaciones absolutamente absolutas?). La melodía que van recogiendo las maderas hasta llegar a ese coral tan majestuoso, tan de verdad (como es todo en Brahms) nos lleva a la coda que abre la melodía de las cuerdas que luego retoman las maderas con los timbales tomando el relevo que lo que la otra sección cuerda llevaba antes en pizzicati. La batuta de Barenboim, al menos a mí, me parece magistral en este punto, porque introduce un leve acelerando que no hace vertiginoso el movimiento pero le da una impronta que ensancha nuestros "pulmones auditivos".
Bueno, ¿y qué hay de los dos primeros movimientos? Permítaseme volver a los contrastes, porque, si comparamos el principio de Karajan y el de Bernstein, nos llevaríamos una sorpresa bastante singular. Recomiendo buscar una de las primeras grabaciones de Karajan para descubrir un director absolutamente vienés (si, si, ya se que Karajan no nació en Viena). La propuesta clasicista de Karajan nos lleva a lo que decía al principio de la impronta mozartiana de Brahms, algo poco comentado y que, sin embargo, para mí está bastante presente. Bueno, podríamos recordar otra vez aquel comentario de von Bülow, pero hemos de tener presente que en aquel gran y largo siglo XIX, después de la Novena... ¡pero llegó Brahms!
Personalísima es la versión de Bernstein. Algunos pensarán que el segundo movimiento de su versión (otra vez los tempi) tiene algo que ver con Furtwängler o Celebidache. Nada más lejos de la realidad. La propuesta de Bernstein del Andante sostenuto va del sosiego de los primeros compases a la explosión de la cuerda nada más avanzar ocho o diez compases. Me atrevería a calificarla de mahleriana, por aquellos fraseos de la cuerda de las sinfonías de Mahler tan envolventes y, a veces, trágicos. Es, resumiendo, una versión personalísima, como era el gran Bernstein. A mí me gusta más el oboe de Karajan (bueno, me refiero a una grabación histórica con el Concertgebouw en 1943), pero más todavía me gusta la propuesta de Barenboim, aquella grabación editada por el sello Erato es impresionantemente buena.
Para terminar, una leyenda sobre la dedicatoria, que todo bien nacido llora cuando la escucha. Aquellas letras atribuidas a Brahms y dirigidas a Clara Schumann: desde lo más profundo, desde lo más alto, ¡gracias!. Yo no dejo de recordar estas palabras cuando oigo el coral de los metales al final del adagio, pero mi recuerdo es para mi querido padre, que murió hace ya más de diez años, pero al que nunca podré agradecerle suficientemente, tantas y tantas cosas.
5 comentarios:
Buenas noches Fidelio y (con mayúsculas) ¡¡¡ENHORABUENA!!!
Tu regreso a los altares blogueros no ha podido ser más brillante, por elocuente y matizado.
Ante todo muchas gracias por citarme como lejano “causante” de tus reflexiones. Pero, sobre éstas, ¿qué puedo decir yo que no hayas dicho tú ya Don José Luis Pérez de Arteaga? (la pregunta viene como paráfrasis de otra igual que Ángel Fernández Mayo le hizo a Pérez de Arteaga, tras un comentario de éste sobre la segunda de Beethoven… Hablaban del ciclo Harnoncourt con la Orquesta de Cámara de Europa).
No voy a poder comentar esta entrada como se merece. Está llena de una multiplicidad de detalles a los que yo no he llegado, me explico: aunque conozco (creo que “lo suficiente” esta joya sinfónica) mis audiciones no pasan de cuatro versiones diferentes_: Fürtwangle con la Filarmónica de Viena (EMI), Celibidache con la Sinfónica de la Radio de Stuttgart, Sawallisch con la maravillosa Staatskapelle Dresden y…también Barajan con la Berliner.
Coincido contigo en que no es la Décima de Beethoven. Una cosa es su humus clasicista y su esquema sinfónico propio del romanticismo temprano, pero…estos contrastes, estas dinámicas que comentas en el tercer movimiento, si son propiamente “brahmsianas”.
Rescataba de la biblioteca un número especial de Scherzo (del año 94) titulado “La música sinfónica en disco” en el que sobre las sinfonías de Brahms Roberto Andrade escribía lo siguiente: “El intérprete más original profundo y revelador de las Sinfonías de Brahms es Wilhelm Fürtwangler… Al dirigir Brahms, Fürtwangler transmite la impresión de que, a pesar de algunos cambios bruscos de tempo, domina una concepción coherente y unitaria. Nadie como él ha sabido comprender la dualidad de las Sinfonías brahmsianas: la expresión romántica y la tremenda energía contenida en formas clásicas”. Es una cita, no necesariamente mi opinión. (De hecho no conozco la integral por Fürtwangler; la que tengo es la de Celibidache con Stuttgart –DG-).
Un fuerte abrazo y, repito, mi felicitaciòn.
Poco mas puedo decir, después del acertado comentario de Rogelio....
Son escasos mis conocimientos en este tema...pero se percibe tal fuerza y pasión en tu entrada, que consigues despertar mis emociones, contagiándome esa explosión.
"desde lo más profundo", felicidades.
Rogelio.
Muchísimas gracias por tus comentarios! Sobre todo por compararme con Pérez de Arteaga (Dios, para mí).
En cuanto a las versiones, mi entrada estaba hecha desde una opinión personalísima de mis versiones de las sinfonías de Brahms y desde la percepción que tengo de las mismas. Me parecen tremendamente sugerentes las versiones que apuntas aunque, como dije, pasé algo de puntillas por las mismas. Además, son muy distintas concepciones de Brahms...y casi de la música, Celebidache y Sawalisch.
Completamente de acuerdo con Andrade, aunque mi preferida de Furtwängler es la primera, ya lo explicaré en próximas entradas.
Es verdad que, por ejemplo, Barenboin pueda parecer a veces un tanto "desequilibrado". Además, me dejé a otro monstruo, Solti. Me dejé a Giuini, Abado, Haitink, en fin, gigantes que transmiten una profundísima visión de la música.
Destaco otra vez a Karajan aprovechando que las tienes porque a veces uno piensa que va a ver el Karajan de algunas actuaciones que es preferible olvidar y sin embargo, muestra toda su grandeza y sabiduría con Brahms.
En fin amigo Rogelio, mil gracias por tus aportaciones, casi te dejaría un apartado en cada una de mis entradas! Un abrazo!
Muñeca de trapo.
Muchas gracias por tu visita! Me alegra transmitir mi visión de Brahms, que es auténtica pasión, como habrás podido comprobar. Pero, sobre todo, gracias a tí...y gracias a Brahms. Espero que disfrutes un poquito más de la audición de la primera después de leer mi entrada. Desde luego es para mí una gratísima satisfacción. Gracias nuevamente! Espero que disfrutes con las sinfonías, el piano, la cámara y los lieder de Brahms. Un saludo!
Belleza en estado puro.
Un abrazo.
Publicar un comentario