martes, 13 de diciembre de 2011

Happy Christmas

Este vídeo me gusta....porque hace que pongamos los pies sobre la tierra...aunquen no nos guste


jueves, 22 de septiembre de 2011

Qué bello es vivir! (incluso para los otros)






Uno de los muchos tópicos que oímos sobre el budismo es "muerto el perro se acabó la rabia", a propósito de su premisa de eliminar el deseo para eliminar así el sufrimiento.

La verdad, no sé hasta qué punto es verdad...o si es posible. Para mí es imposible...e incompatible con el cristianismo, la ética cristiana o como quieran llamarlo.



No es menos cierto que convivir con el sufrimiento nos lleva a varios caminos, ignorarlo, reconocerlo e ignorarlo...o vivir con él tomándolo como parte de la vida.



Siempre que recibo noticias como "una niña que tenemos en tal curso está a la espera de un trasplante"..."fulanito o menganito tiene un padre alcohólico"...un largo etcétera... Siempre, digo, me estremezco. Qué difícil es olvidar la imagen medieval (o bergmaniana, como quieran) de la muerte jugando al ajedrez con nosotros. Fatalista! me llamarán. Tal vez tengan razón, pero ¿no es más inteligente dar, de vez en cuando, gracias por no sufrir tanto como muchos de nuestros semejantes? Es muy difícil mantener la perspectiva en este mundo de marketing constante, de belleza multimedia y muerte. ¿Fatalismo? Hagan zapping por la prensa y echen un vistazo al Tercer Mundo (¿o vamos ya por el cuarto?)

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Apadrina un profesor!!


Por si no teníamos bastante con Hugo Chávez y sus soflamas populistas. Por si no teníamos bastante con José Bono y su catolicismo perroflautico (según las circunstancias). Llegan ahora las varonas del partido popular (Espe y Ana) haciéndose eco de uno de los comentarios de barra de bar más escuchados en los tiempos que corren (antes los profesores eran una autoridad más o menos reconocida socialmente, sin necesidad de hacerlo por decreto): el horario de los maestricos. Porque para el pueblo llano o para los demagogos (según interese el argmento), el profesor funcionario es eso, un funcionario...luego no trabaja. En cuanto a lo de maestro, el término se usa para crear el argumento falaz de "no, no, si yo respeto a los maestro, a los de verdad" (¿y cuáles son?); o por el contrario, sean maestros (los que estudian en la cuna de la moderna enseñanza, las facultades de magisterio), sean profesores, es decir, una licenciatura de cinco años (que probablemente les ha tocado en una tómbola) y una oposición (que han aprobado por enchufe), todos son maestricos, denominación bajo la cual se encuentra aquel ser (¿humano?) que trabaja un par de horas al dia, y tiene casi cuatro meses de vacaciones (hace dos años, eran dos, el año pasado oí que eran tres meses, luego ahora es lógico que vayamos por cuantro).

Luego están las cuestiones de ¿en qué emplean su tiempo si no es en dar clase? Sin entrar en disquisiciones peyorativas sobre la inteligencia humana, llevo más de diez años oyendo a padres y aficinados a la pedagogía que dirigen programas de tertulia (esos que van cambiando de opinión según cambia el gobierno) decir que los profesores han de motivar a los alumnos, que eso de memorizar las cosas, eso de llegar y llenar la pizarra de datos es antipedagógico...

Ok, tomamos nota. Preparamos clases, material, le damos treinta vueltas al libro, etc, etc, etc. Pero no lo hacemos ni en el centro de enseñanza ni en casa... sino en una cuarta dimensión. Es decir, aplicamos la teoría de la relatividad y viajamos (plegamos) en el espacio-tiempo para poder seguir tocándonos las narices (eufemismo de otr@ cos@ según proceda) todo el día preparando el viaje de vacaciones, ese de dos meses por el Báltico.

Lo que fue para nota es el comentario del contertulio de turno, ese exponente de la sociedad española del tonto ilustrado (SESTIL) que dice que con llegar a clase y decir cuáles son las cordilleras europeas con el mapa, ya está. ¡Oh maravilla! no teníamos bastante con los adalides de la enseñanza-aprendizaje constructivista, sino que ahora llegan estos senequillas a recordarnos aquellos maestros de palmeta a los que tanto nos asemejaban hace poco padres disrruptivos de alumnos idem (donde pone disrruptivo léase gilipollas, en definitiva y para entendernos).

Bueno, pues esta es la primera de las entradas que dedico a esa especie de vago del siglo XXI (antes de las elecciones) que es el profesor funcionario. He hecho un paréntesis en mi trabajo (llevo desde las ocho rellenando papeles) porque me he sentido un poco bipolar al verme trabajando y pensando en todo lo que tengo que hacer esta mañana antes de que llegue el quince de septiembre y tenga que empezar a no seguir trabajando. Un poco bipolar ante esas declaraciones de políticos y políticas populistas que están creciendo según los vientos y que nos están convirtiendo en una especie de repúblicas bananeras federadas. De ahí mi lema: apadrina un profesor!!. Al menos cuando nos corran a gorrazos, nos quiten el sueldo por gandules y nos emplumen en la plaza pública, tengamos un padrino privado.

No quiero cerrar esta especie de desahogo sin dar las gracias a esas movilizaciones nada politizadas de Madrid, Galicia y Baleares (¡andá, si son todas del PP!) organizadas por los sindicatos de ¿izquierda?, que han hecho un poquito más político el debate de la enseñanza. Gracias a todos por prestar atención a problemas que no lo son mientras nuestra enseñanza se hunde un poquito más.

sábado, 18 de junio de 2011

Berlín, 1939



Desde principios del siglo XX, Berlín fue convirtiéndose en faro de la cultura y la ciencia occidental. Sin embargo, treinta años más tarde, con la excusa de erradicar el comunismo, se permitió el acceso a uno de los peores asesinos que ha conocido la historia. Adolfo Hitler.


De esta manera, cualquier turista bienpensante que visitara Berlín por aquellos años podía observar cómo civilizados europeos que leían a Kant y escuchaban (o interpretaban) a Mozart, miraban para otro lado mientras los judíos, los comunistas, los homosexuales y otros señalados por los nazis como degenerados, eran linchados públicamente. Al mismo tiempo, como digo, todos los europeos bienpensantes recordaban el olor y la luz de sus paseos por Unter der linden mientras oían aquella bonita canción. Cerca de allí estaba uno de los primeros semáforos de Europa ¡qué adelantos!


¿Qué importaban unos cuantos rojos (los que quedaban después de la revuelta de los espartaquistas), judíos y maricones?



¿Acaso nadie renunció a viajar a aquella maravillosa ciudad que era Berlín para no toparse con los gorilas de camisa parda y la plaga de banderas nazis que invadía poco a poco la vida de los alemanes?



Escribo esto con mucha pena, sobre todo por algún amigo (muy amigo) de la blogosfera que disfruta paseando por San Sebastián, aunque estoy seguro de que me comprenderá.


Escribo esto porque pasarán muchos años antes de que vuelva a pasear por la que muchísimos miles de personas califican como una de las ciudadades más bonitas de España. Y es verdad. Pero también es cierto que un alto porcentaje de sus habitantes ha trasladado su confianza a Bildu, ese corderito con muchas pieles de corderito al que un lobo maneja como una marioneta (no hemos tenido que esperar mucho para verlo). En fin. Decir esto no es demasiado políticamente correcto, pero el tándem Moncloa-Carrera de san Jerónimo-Tribunal Constitucional ha conseguido lo que la gentuza de ETA no ha logrado en todos estos años: dar a la izquierda aberchale más poder político que el que nunca hubiera soñado. Esto, amigos, es muy distinto a lo que ocurrió cuando apareció Euskadiko Ezquerra. Muy, muy, muy distinto. Pero bueno, han conseguido que muchos vean lo negro, blanco.


Ya casi al día siguiente de las elecciones municipales, muchos de aquellos que habían defendido la "limpieza" de las gentes de Bildu decían aquello de "ese de allí sí, pero yo nunca estuve de acuerdo", además la ley de partidos era fascismo (ay ay ay, cómo cambias los significados de las palabras).


En fin, por fortuna, la cúpula de ETA se descabeza día sí, día también. Y es verdad, pero quiero llamar la atención sobre dos fenómenos paralelos que han coincidido casi en la misma semana: el inicio de linchamiento de muchos concejales del PSOE y del PP en el País Vasco, y el intento de secuestro del Parlament de Cataluña. Esto no es casual, y no quiero aludir con ello a teorías conspiratorias. Quiero decir que desde hace bastante tiempo se está gestando esta ideología de la acción que busca la "democracia real" (es decir, ellos sí saben lo que es la democracia, los que votamos, no). No me refiero a la plataforma 15-M ni a los indignados. Me refiero a páginas web como rebelión. org, donde leí un artículo interesantísimo sobre La vida de los otros, a la que tachaba de infantil por no exponer el contexto (¡¡¡!!!) de la RDA...y similares.


La radicalización de un sector de la juventud es algo que se ha olvidado y que ha ido creciendo hasta ocupar (y no saben hasta qué punto) las universidades. Me río de los grupos anti-otan que operaban en mi instituto de bachillerato allá por los ochenta.


Para terminar ¿adónde queremos llegar? A lo que ocurrió con Weimar y con la II República española (siendo muy generalistas) la laxitud, las mediastintas y el victimismo de la izquierda moderada es la puerta de entrada del autoritarismo y el radicalismo. El afán de querer meter a las zorras en el corral de las gallinas en nombre de la democracia, acaba con la misma. Ese es el peligro que corremos. Rubalcaba es listo...pero no tanto.

jueves, 19 de mayo de 2011

Cien años de la muerte de Mahler



Ayer hizo cien años que Gustav Mahler dejó este mundo. Esta vida que tantos sinsabores, amarguras...(y algún que otro éxito) le reportó. Aunque es ahora, como decía el gradísimo Pérez de Arteaga, en nuestro tiempo, cuando los reconocimientos llegan por doquier.


Mahler es la melancolía y la gran orquesta de geniales armonías. La tristeza y la jovial alegría de los campesinos. La cruda frialdad de la segura amargura de que la muerte nos ha de alcanzar, y la esperanza del amor.



Für dich lebe, für dich sterbe, se puede leer en la partitura manuscrita de la Octava sinfonía (¿recuerdan el genial documental que se editó hará ya doce o quince años?).



Esta semana pasada radiaron la propuesta de décima sinfonía completa. Yo me quedo con la novena, pues sus cuatro movimientos parecen cuatro poemas sinfónicos a la vida. Un primer movimiento con un inicio bastante inquietante que se resuelve diez o doce compases más allá. Un segundo movimiento de esos que suenan a flauta campesina riéndose de la muerte (que, de seguro, nos alcanzará a todos, diría Bergman). El tercer y cuasi trágico movimiento anunciado por una implacable trompeta. Y, mi preferido, el cuarto movimiento, presidido por la melancólica, solemne y emocionante belleza de las cuerdas.




He hablado aquí de la Novena, pero hay, antes, ocho geniales sinfonías a través de las cuales se podría escribir un Tratado del Hombre ...aunque Mahler es bastante más. Una advertencia a todos los que nos dejamos embargar por su música, no caigais en el desconsuelo a que nos pueden llevar ich bin der Welt abhanden gekommen!

martes, 19 de abril de 2011

Sentimos no poder ayudarle


Aunque llevo tiempo sin ir a los oficios (Semana Santa), estas fechas son para mí una ocasión para reflexionar sobre mi fé (o sobre la Fé, como quieran). Y espero que, después de leer estas líneas, sigan creyendo que me la tomo muy en serio.

Hay una frase de las miles de Woody Allen que me encanta (sobre todo cuando estás trabajando): disfruta del día hasta que algún imbécil te lo arruine.

Aplicándolo a la historia de la Humanidad, la posición del hombre con respecto a la religión (y por ende a Dios) sería algo parecido. Vivíamos en una bendita ignorancia, hasta que llegó el ateísmo y nos amargó la existencia. Ya no habíamos aparecido del barro (como Enkidu), sino que, gracias a un maldito genio de la filosofía de la evolución (Darwin) somos el resultado de una escisión en el camino evolutivo de los primates.

Años después, llegó Nietzsche y le dio la puntilla: Dios ha muerto.

Bueno. Podríamos pensar que el paradigma ilustrado y su transformación germana había triunfado…hasta que llegaron los campos de concentración…

Los tres últimos siglos de nuestra feliz existencia han dado lugar a que la Humanidad existente (léase Occidente-mirándose-el-ombligo) se divida entre ateos y creyentes (dentro de los cuales incluyo a los agnósticos, que son creyentes que necesitan serlo pero no se atreven a decirlo).

Hoy por hoy, podríamos decir que los creyentes se encuentran en franca desventaja. La Fe, per se, no tiene cabida en nuestro constructo de mundo actual, en el que imperan las ONG y las bombas casi al 50%. Las creyentes serían (seríamos, pues yo me considero tal) una especie de gentes infantiles, contemplados con una gran diversidad de opiniones que van desde "necesitan creer en algo" a "hay que erradicar el cáncer de la religión como Inocencio III hizo con los cátaros"!! Aunque, aquí entre nosotros, he de decir que gran parte de las jerarquías eclesiásticas (por no hablar de muchos imanes y ulemas) no ayudan precisamente.

Pero para curarnos en salud (hago ahora un inciso político), nuestra reacción frente al Islam se va a los dos extremos: aceptarlo en un ejercicio de renuncia indolente y estúpida, a la vez, a nuestros propios principios históricos (algunos son buenos, oiga), o negarle el derecho a existir como religión o como cultura centrándonos en las instituciones atávicas que dominan muchas de sus sociedades (discriminación de la mujer) o asimilándolo al terrorismo islamista. El único que se salva es el budismo...gracias a Holliwood y sus actores y a no ser una religión con su dios (como Dios manda, vamos).

Pero, reconozcámoslo, hasta para el más ateo, llega siempre el abismo. No me refiero a la experiencia de la enfermedad o la muerte de algún ser querido. Me refiero a la tristeza cotidiana de la ausencia de por qué. Ello desemboca en un aserto pragmatista que queda plasmado en frases como “pero si no hay nada más” (con aire de paternalismo) o “a mí cuando me muera me incineráis y me dejáis debajo de un árbol”, no pudiendo ocultar el enfado y la mirada temerosa y resignada mientras se pronuncia la palabra “muerte”. Por eso me gustan tanto muchas de las películas de Woody Allen. Hay una muy bonita, Hannah y sus hermanas. En ella, el genial director, fruto de su hipocondría militante, piensa que tiene un tumor cerebral, cuando en realidad lo que ha sufrido es una temporal pérdida de audición. Cuando por fin le tranquilizan, su vida sufre una especie de “vuelco” y decide adscribirse a alguna fe. Una imagen genial del personaje dejando en la mesa la compra, en la que vemos un crucifijo y un bote de mayonesa resulta bastante ilustradora.

A mí me ocurre a veces algo parecido a Woody Allen (además de disfrutar de pocos días por completo). Tengo la sensación de que todos aquellos que defienden el ateísmo desembocan en una especie: sentimos no poder ayudarle…
Aunque tengo la misma perspectiva de la religión: únase a nosotros, pero antes rellene el formulario. Hombre, no leo en los evangelios que hubiera que rellenar un formulario…más bien había que despojarse de muchas cosas…empezando por los prejuicios.

Que adónde quiero llegar? Si lo supiera no estaría escribiendo esto! Disfruten del día…

domingo, 17 de abril de 2011

Chopin y su mazurca



Tenía pensado hablar de Richelieu y de cómo Francia sigue liando las cosas en el concierto internacional...pero he redescubierto esta mazurca de Chopin en la serie que dan en Mezzo sobre la integral de Chopin del pasado año; y os la voy a dejar con la condición de que la oigais varias veces.


Uno tiene la sensación de estar escuchando algo atemporal, como las gnoissiennes de Satie, etc, etc (largo) etc.


Se trata de la mazurca op. 17 nº4. A mí, como podréis imaginar, me gusta por muchas razones. Una es, cómo no, la nostalgia. Un joven de veinte años con sus amigos asistiendo a una integral que organizó Caja...no me acuerdo (qué más da, ahora la harán banco) interpretada, sí que me acuerdo, por Mario Monreal.

¡Qué tiempos aquellos en que nos dejábamos llevar por la imprudencia y la impertienencia en nuestras opiniones, sin ningún pudor ni reparo!


Bueno, ahora también nos dejamos llevar...pero no lo exteriorizamos ¿no?


Este enlace que os dejo es un fragmento de un documental curiosísimo (me parece un poco frívola la expresión tratándose de Horowitz, pero bueno) sobre una excursión de Vladimir Horovitz al concierto nº 23 de Mozart.


Hay momentos en los que uno no sabe si escucha a Chopin, o a......lo dejo a vuestra imaginación. El mío (uno de miles) es un atardecer en Venecia. Mucho frío. Nadie en el embarcadero. En fin, puedes imaginarte a tí mismo, como un viajero del siglo XIX que va a partir para Valldemosa...o un Carbonario. Elijan.