Una de las cosas que mi querido padre logró introducir en mi cerebro reptiliano (y que conste que el mérito es suyo) fue el amor a los libros, no ya como transmisores, sino como objetos en sí. Claro que, a renglón seguido, cuando veía que un libro estaba demasiado nuevo me espetaba...qué poco lo hemos leído...
Recuerdo cuando nos compramos una colección de clásicos en edición del Círculo de Amigos de la Historia (esos que son pequeños, en holandesa y en bermellón). Tendría siete u ocho años, y mientras le ayudaba a ponerlos en la estantería aprendía los nombres: Maquiavelo, Dante, Garcilaso el Inca...he intentado que no se rompan las páginas...en fin, supongo que reconforta verlos bien abiertos y sueltas las páginas...que ¡¡adornando la estantería con la que hacen juego!!
Sigo teniendo la costumbre de visitar librerías de antiguo y usado. En Madrid hay algunas excelentes! Hay otra en las Cocheras del Escorial que es enorme y tiene libros en bastante buen estado. En la Corredera de Córdoba hay algunas que no pueden dejar de visitarse. En fin, espero que me perdonen si las que a mí me interesan no las cite...por razones obvias. Les confesaré otra, en Estrasburgo, en frente de la portada norte de la catedral. Allí me compré una edición de las obras completas de Tácito de finales del siglo XVIII, en perfecto estado...adornaban la biblioteca de alguien...
El otro día, en una de las que visito asiduamente, me compré El Jugador, de la Austral (hubo unas ediciones que van pegadas y que están en verdadero estado de descomposición, pero las que van cosidas, se conservan bastante bien). En su primera página viene el sello de su anterior dueño, y debajo, E 5, T 2, nº270. Me dio una especie vuelco el corazón, alpensar que los libros que esta persona había adquiriendo, leyendo y clasificando...habían acabado dispersos por librerías de usado. Pero luego pensé, al menos no han acabado en una hoguera...o decorando las estanterías de adictos a las antigüedades y objetos curiosos, como esos familiares tan amigos de lo ajeno que después de la guerra fueron cogiendo poco a poco los libros de mi padre. Al menos, la Providencia me ha permitido hacer justicia y, con la misma sangre fría, allí donde los he encontrado, los he cogido poniendo cara de Edmundo Dantés....
Pero una de las frases que siempre me persigue es la atribuida a Francis Bacon (creo, o a Montesquieu...o a Unamuno, da lo mismo): muchos libros se leen, algunos se mastican, pocos se asimilan... Es como un dulce y a la vez triste tormento: hay libros que, si se leen una vez, es como si no los hubiéramos leído. Pero, por encima de todo, y más aún hoy que, como diría Sartori, la palabra está desapareciendo, da igual cuántos libros lleguemos a leer, o si no hemos podido llegar a leer todos los de nuestra biblioteca. Lo que más importa, es que nunca desaparezca la capacidad de fascinarnos cuando leamos palabras como estas: Canta, oh diosa, la cólera del Pélida....
Feliz día del libro, felices 365 días del libro!!!